Poeta Julio Medina Gimenes

Poeta Julio Medina Gimenes
s no es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal.Juan Gelman

domingo, 10 de julio de 2011

¿Todavía se lee a Edgar Allan Poe? Acerca de un catálogo de cuentos recomendados. POR JORGE AULICINO

Una amiga me manda un mail, que le ha llegado por cadena. El mail tiene una lista de links (vínculos) a un site dedicado a los monumentos y edificios históricos, plazas y otros lugares antiguos y recordables de Madrid. A continuación, otra lista. Esta nos lleva, uno por uno, a cuentos de escritores de distintas lenguas. Reténgase el dato inicial: el origen de este mail es Madrid, pues eso explica la preferencia por monumentos madrileños (no es lógica pura, pero digamos que es muy probable que el mail provenga de Madrid). Vamos a la lista de escritores. La encabeza el irlandés Oscar Wilde con su inolvidable cuento “El príncipe feliz”, uno de los que escribió pensando en sus hijos. Inmediatamente el listado nos remite a Paulo Coelho y, más precisamente, a seis de sus cuentos. Le sigue Mario Benedetti, con cinco cuentos. Y, a éste, Jorge Bucay con nueve textos. Eduardo Galeano está incluido con doce cuentos. Los que siguen, en general, figuran con un cuento, entre ellos Cortázar, Poe, García Márquez, Deepak Chopra, Isabel Allende, Kahlil Gibran. A todos, incluso a los primeros, los supera, en cantidad de cuentos catalogados, Poldy Bird, con diecinueve cuentos hacia el final de la lista.
¿Será éste el gusto del lector medio en Madrid, y, en general, en cualquier ciudad americana, incluso europea, cambiando quizá algunos nombres por nombres más familiares a los anglosajones o franceses o italianos? Si es así, ¿cómo se explica que persista en la consideración popular Edgar Allan Poe? ¿Es el gusto popular una mezcla de literatura culta y literatura sentimental? Poe no encaja en ninguna ni en un punto medio. De lo que sí era consciente Poe, según su biógrafo Peter Ackroyd, es de que lo truculento y lo seudo refinado, lo fantasmal y el barroco eran del gusto popular: herencia de la Contrarreforma y el catolicismo que se infiltraba en la tierra prometida puritana. Base, asimismo, del estilo sensacionalista de los primeros grandes diarios estadounidenses, que degeneró en el cine gore .

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