No debe haber sido fácil para ella decirle no a un Bob Dylan enamorado y dispuesto a hacerla pasar por el altar. Mucho menos, ser desde hace más de medio siglo «la voz musical» de Martin Luther King y del Movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos. O tener entre sus filas de admiradores a artistas monumentales como Prince y Ry Cooder. Pero a sus 71 años, Mavis Staples parece llevar muy bien eso de ser una «leyenda» viviente de la música norteamericana.
Junto a su familia, los Staples Singers, se convirtió en una de las cantantes más espirituales e influyentes de una generación estigmatizada por la guerra de Vietnam, los Panteras Negras y el violento fin del racismo oficial de «separados, pero iguales». Sesenta años después, su vigencia sigue intacta. De la mano de Jeff Tweedy, líder del grupo de rock alternativo Wilco, Staples ha ganado su primer Grammy, ha cantado en el megafestival «indie» Lollapalooza y el martes regresa a España —«después de siglos», reconoce ella— para presentar su disco «You are not alone» sobre el escenario Puerta del Ángel de los Veranos de la Villa de Madrid.
—¿Le molesta que la traten como una leyenda?
—No, al contrario. Llevo cantando desde hace 61 años, merezco que me llamen «leyenda». El hecho de que siga aquí y de que todavía me escuchen es un privilegio, me siento cómoda con esa etiqueta.
—También la llaman la voz musical del Movimiento por los derechos civiles. ¿Siente que haya una cuenta pendiente con los negros en su país?
—Seguimos necesitando canciones sobre los derechos civiles. El Dr. King hizo un gran trabajo. Todavía recuerdo los carteles que decían «Solo para los de color». Todavía recuerdo no poder hospedarme en determinados hoteles, comer en determinados restaurantes o ver películas en ciertos cines. Ahora eso es diferente, los carteles han sido derribados. Pero sigue habiendo mucho odio en Estados Unidos. Todavía hay «Skinheads» y Ku Klux Klan, solo que ya no llevan sábanas blancas en la cabeza. Por eso sigo cantando mis canciones de libertad.
—¿Por qué tardaron tanto en darle el Grammy?
—Hay demasiada política en la industria de la música, como en cualquier otra industria. Simplemente, me evitaban. Recibí muchas nominaciones, y eso es bueno, pero no estaba cantando para un Grammy. Lo hacía para dar mensajes positivos e inspiradores. Es genial haber ganado, pero por suerte jamás canté para ganar un premio.
—¿Cree que Wilco le abrió las puertas a una nueva etapa en su carrera?
—Jeff Tweedy, de Wilco, hizo un gran trabajo presentándome. Es muy inteligente y tenía un plan. Conocía perfectamente a los Staples y la música de los 50 y los 60. De hecho, mis canciones con él suenan muy parecidas a las que hacía mi familia hace cincuenta años. Las canciones que escribió Tweedy, como «You are not alone», son muy bellas. Una vez le dije: «Tweedy, nos faltan guitarras para que esta canción sea más larga». Él me respondió: «Mavis, ¿no lo recuerdas? Los Staples no hacían canciones más largas de dos minutos y medio». Lo reconozco, es un conocedor.
—¿Y usted conocía a Wilco?
—Sí, amo su música. En 2006 me enviaron un mensaje, querían actuar conmigo en Chicago. Finalmente no pudieron por unos problemas en su gira. En 2008, Tweedy vino a un concierto mío y dos semanas después ya estábamos hablando de producir algo juntos. Me siento bendecida por estar trabajando con gente joven tan talentosa.
—Supongo que con ellos se siente más cerca del público joven...
—Definitivamente. Entre el público de mis conciertos veo caras frescas, que antes no veía. El año pasado estuvimos en Lollapalooza, donde vi cómo el público más «cool» y juvenil disfrutaba de mis canciones. Fue un placer.
—¿Cómo lleva eso de tener admiradores tan famosos como Dylan?
—Es halagador saber que genios como «Bobby» o Prince me escuchan. Algunos me preguntan cómo hago para tener fans así. Pues, no tengo idea. Solo sé que tengo ese don para atraer a las personas con mi voz. Ese es el regalo que me ha dado la vida.
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