Pocas veces la recuperación casual de una escultura, en este caso maravillosa y única en el panorama del arte estatuaria romana, ha tenido tanta trascendencia artística e histórica. Se trata de una estatua-coloso de Calígula robada, salvada in extremis. La gigantesca escultura, de 2,5 metros de altura, representa al emperador romano Cayo Julio César Augusto Germánico, conocido por Calígula (12-41 d.C), quien a los 25 años fue proclamado emperador y asesinado a los 29, en una conspiración de su guardia pretoriana, en la que perdió también la vida su mujer y su hija, sucediéndole su tío Claudio.
Policías adscritos al Grupo Tutela del Patrimonio Arqueológico la encontraron en un camión Tir, disimulada entre escombros —la habían dividido para facilitar el transporte—, con ánimo de expedirla clandestinamente al extranjero. Su destino hubiera sido Suiza, acogedor refugio para obras de arte y bienes arqueológicos robados o adquiridos ilegalmente, para después venderla en el mercado ruso, japonés, chino o el área de Oriente Medio. Su valor hubiera superado el millón de dólares. Se trata de un saqueo innoble en el que intervienen ladrones de obras de arte, inesperados mercados de arte e incluso casas de subastas y museos.
El tesoro había sido descubierto por dos «tombaroli» (ladrones de tumbas) en el municipio de Nemi, en la provincia de Roma. La estatua fue recuperada en el mes de enero, y ahora se ha expuesto en el ministerio de Bienes Culturales. Más allá de su valor económico, el descubrimiento tiene una importancia histórica muy relevante. Es la primera estatua de Calígula sentado en un trono bajo la apariencia de Zeus, confirmando lo que contaba el historiador Svetonio: El emperador romano, que promovió a senador a su amado caballo Incitatus (se dice que lo hizo por humillar al senado), llegó a querer ser adorado como un dios.
La estatua ha sido reconocida por un detalle particular: En el pie izquierdo tiene la «caliga», el típico calzado de los legionarios que había utilizado desde pequeño, un hábito que le valió el apelativo por el que se le conoció en la posteridad, convirtiéndose en sinónimo de crueldad, violencia y libertinaje: Calígula. Además, el trono en el que aparece sentado está ricamente decorado con símbolos imperiales. Y el material de la escultura es mármol griego de Paros, considerado en su época el mejor y más preciado del mundo.
Por una vez, un objeto extraído clandestinamente ha producido un efecto muy positivo. El subsecretario de Bienes Culturales, Francesco Giro, resalta que la estatua de Calígula tiene una grandísima relevancia artística e histórica, porque demuestra que la villa de Calígula sobre el Lago de Nemi era un complejo residencial mucho más extenso de lo que se había pensado, «lo que nos obliga ahora a realizar una campaña de excavaciones».
Justo en ese pueblo a dos pasos de Roma (unos 30 kilómetros), se había imaginado la existencia de una residencia mandada construir por el extravagante Calígula. Pero nunca se habían encontrado las huellas. Ahora, en una propiedad privada desconocida a los arqueólogos, que durante dos mil años había tenido sepultada la estatua, se descubre la villa con vistas al pequeño lago de Nemi, de origen volcánico, en un lugar espectacular desde el que se ve el mar hasta Anzio, donde nació Calígula. La estatua salvada será restaurada y colocada en el museo de Nemi, junto a la inmensa villa de Calígula.
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