El húngaro Sandor Kepiro, de 97 años, considerado uno de los últimos criminales de guerra aún vivos, fue absuelto ayer por el Tribunal de Budapest de la acusación de estar involucrado en una masacre cometida en Serbia en 1942 , sobre todo contra judíos.
Kepiro estaba acusado de participar en la masacre de Novi Sad cuando, tras la invasión a Serbia de la Wehrmacht nazi –con apoyo del ejército húngaro– fueron asesinados al menos 1.200 civiles , judíos y serbios. Kepiro comandaba una de las 200 patrullas que participaron en la masacre y estaba acusado de matar a 36 personas .
Sandor Kepiro no ha cumplido nunca una pena: al término de la Segunda Guerra Mundial huyó a Argentina donde vivió durante más de medio siglo antes de volver a su patria, en 1996.
El fiscal Zsolt Falvai le imputó haber transmitido a sus oficiales el 23 de enero de 1942 una orden de masacre contra decenas de civiles serbios y judíos. Por su parte Kepiro negó todas las acusaciones y aseguró ser inocente . La defensa se basó en el hecho de que los responsables de la masacre de Novi Sad –actualmente territorio serbio, pero que entonces había sido anexionado por Hungría, aliada de la Alemania nazi–, entre ellos el propio Kepiro, fueron condenados y juzgados ya en 1944 por la justicia militar del régimen pro nazi húngaro de Miklos Horthy, que definió la acción como un “exceso”. Entonces Kepiro recibió diez años de prisión, pero luego el veredicto fue cancelado. En el sistema húngaro nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito, y el juez Bela Varga aceptó este argumento.
Tras recibir el veredicto ayer, visiblemente agotado , Kepiro abandonó el tribunal y volvió a su casa sin hacer declaración alguna.
“El veredicto es un insulto a la memoria de las víctimas de la incursión en Novi Sad”, declaró Efraim Zuroff, del centro Simon Wiesenthal, que ubicó a Kepiro en Budapest en 2006 y transmitió luego las informaciones a las autoridades húngaras. Si bien el fiscal no lo comunicó oficialmente, Zuroff dijo “haber sido informado de quehabría una apelación ”.
El portavoz del Tribunal serbio para los crímenes de guerra Bruno Vekaric también deseó un recurso ante la fiscalía de Budapest. Durante el proceso, historiadores y expertos destacaron que los documentos sobre los que se fundaba la fiscalía eranincompletos o habían sido mal traducidos .
Este veredicto ilustra la dificultad histórica para juzgar, más de 65 años después , a hombres de muy avanzada edad, acusados de crímenes de guerra sobre los cuales las justicia no dispone casi de testigos o documentos fiables.
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