Poeta Julio Medina Gimenes

Poeta Julio Medina Gimenes
s no es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal.Juan Gelman

domingo, 27 de febrero de 2011

Cenizas

La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.
Pronto nos iremos
Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.
¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te...
La noche sufre.Alejandra Pizarnik

sábado, 26 de febrero de 2011

Comunion Plenaria - Oliverio Girondo

Los nervios se me adhieren 

al barro, a las paredes,
abrazan los ramajes,
penetran en la tierra,
se esparcen por el aire,
hasta alcanzar el cielo.

E1 mármol, los caballos
tienen mis propias venas.
Cualquier dolor lastima
mi carne, mi esqueleto.
¡Las veces que me he muerto
al ver matar un toro!..

Si diviso una nube
debo emprender el vuelo.
Si una mujer se acuesta yo me acuesto con ella.
Cuántas veces me he dicho:
¿Seré yo esa piedra?

Nunca sigo un cadáver
Sin quedarme a su lado.
Cuando ponen un huevo,
Yo tamién cacareo.
Basta que alguien me piense
Para ser un recuerdo.
 

Por mas amor.-j.a.r

Partí del amor para olvidarte/de astronomías/en los cuerpos/de filosofías tan personales/de lo determinado /de la esencia/partí de mi/me olvide/y me fui/como quien busca su alma en las veredas/desperté en la calle/como una escuela/feroz el viento trajo tu imagen/¿donde escapar del sol?/de lo diario/de lo diverso/de lo real/salí a buscar amor/y regrese/a la cama por mas.

jueves, 24 de febrero de 2011

Sube, Sube, Sube Mercedes Sosa

Sube, sube, sube
Bandera del amor
Pequeño corazon
Y brilla como el sol
Y canta como el mar.
Canta como el viento
Peinador de trigo
Canta como el rio
Canta pueblo mio.
Si, los pueblos que cantan
Siempre tendran futuro.
Dame tu esperanza america india
Dame tu sonrisa america negra
Dame tu poema america nueva,
America nueva, america nueva . . .
Volara tu condor y el viento del sur
Soplara las alas de america azul.
Todo el sur, como un corazon, como un pan,
Subira al cielo de un amanecer sin dolor ...
Sube, sube, sube bandera del amor
Pequeño corazon
Y brilla como el sol
Y canta como el mar.
Canta por las voces
De los que soñaron
Canta por las bocas
De los que lloraron.
Canta ...
Canta por los bellos
Dias que se han ido
Canta por mañana
Canta buen amigo.

martes, 22 de febrero de 2011

IDEAS-Cambiar las preguntas Cuestionar las modas académicas y proponer nuevos conceptos a la investigación es uno de los objetivos del nuevo libro de Grimson que se publica en marzo. POR AGUSTIN COSOVSCHI

Revista ñ
Hace algunas semanas, el primer ministro inglés David Cameron anunció el fin de la sociedad multicultural, sumándose a las declaraciones que Angela Merkel, su par alemana, había hecho en octubre del año pasado. La inmigración ha comenzado a poner en crisis el discurso oficial de Europa: dejando atrás la época en que se celebraba el pluralismo cultural como uno de los pilares de la sociedad democrática, reaparecen en escena las tensiones propias de un mundo en el que las culturas se cruzan y las identidades entran en crisis.
¿Cómo pensar los problemas de la integración social y la tolerancia en una época caracterizada por la gran movilidad de las poblaciones y por la intensa comunicación intercultural? Alejandro Grimson, antropólogo especializado en problemáticas migratorias y análisis cultural, afirma: “Contrariamente a la segregación de las culturas que propone el multiculturalismo, hace falta proponer escenarios de dialogo”. Doctor en Antropología, Grimson conversó con Ñ sobre su último libro Los límites de la cultura. Crítica de las teorías de la identidad (Siglo XXI). Su trabajo, que saldrá en el mes de marzo, recupera el objetivo a veces tan postergado de producir teoría, contribuyendo a enriquecer el armazón conceptual de la antropología y debatiendo con diversas posturas epistemológicas.
¿Cuál es la importancia de un libro sobre la identidad y la cultura en la actualidad? Por un lado, aunque la dimensión cultural todavía está muy solapada en algunos estudios políticos, sociológicos, económicos, se reconoce cada vez más que la cultura cumple un papel decisivo: a nivel político, en los significados del dinero, en las concepciones del cuerpo que tienen ciertas instituciones como la médica, o el ejército, etcétera. Es decir, crecientemente se ha reconocido que, en el debate sobre cuál es el peso de lo económico, lo político, lo social, la discusión misma pertenece al universo cultural de la modernidad, porque presupone la diferenciación de esas esferas. El libro sostiene que no existen las esferas en términos objetivos, sino que son construcciones humanas. En la realidad no hay una economía por separado del sentido o de los procesos simbólicos. Es más obvio aún en la política: la política sin sentimientos no existe. También es importante tener en cuenta que cuando un dirigente social, empresario o político va a tomar decisiones, sabe que tiene restricciones presupuestarias, económicas y políticas. Pero no siempre sabe que tiene restricciones culturales: las limitaciones de sus propias formas de imaginación, que están sobredeterminadas por el proceso histórico.
Usted polemiza con cierta forma extrema del constructivismo, que dominó las ciencias sociales en las últimas décadas del siglo XX. ¿Cuáles cree que han sido sus principales problemas? La banalización de la idea de construcción puede a veces llevarnos a una descontextualización de las acciones, de los actores, de los agentes y de los movimientos sociales y políticos, bajo la idea de que “todo es inventado”. Eso es cierto, pero no nos dice nada sobre las lógicas prácticas de los actores, de los intereses, de las incomprensiones, de los mundos imaginativos, de los sentimientos. Necesitamos saber por qué ciertas invenciones tienen éxito y otras fracasan, por qué hay Estados que son poderosos y otros que son débiles, por qué hay naciones que existen aunque no haya Estados, etc. Tenemos que hacer otras preguntas. Precisamente, el libro se propone recuperar una serie de autores que apuntan a cambiar el programa de investigación de los últimos veinte años.
Uno de los conceptos que propone es el de configuración cultural. ¿Cuál es el aporte específico de esta noción? En una época se creyó que en el mundo había distintas culturas que habitaban distintas islas. En un segundo momento, más reciente, se creyó que todas esas fronteras culturales eran invenciones de los antropólogos, de la geopolítica o de los Estados. Entonces se planteó que había que desechar el concepto de cultura porque tendía a naturalizar y cosificar. Propongo que hay que preguntarse de qué modo las acciones humanas establecen límites y marcos de significación dentro de los cuales se plantean las disputas de cierta manera y no de otra. En ese contexto, un muerto, un billete, un genocidio o la renuncia de un Presidente tienen un sentido y no otro para los actores sociales. Así, si el concepto de cultura tiene una carga semántica tan poderosa, la idea de configuración cultural propone desplazarnos para enfatizar el hecho de que hay un límite, tanto para la homogeneidad cultural como para la heterogeneidad. Hacia adentro de ese límite, no encontramos uniformidad, que es lo que se presuponía en el concepto más clásico de cultura, sino que reconocemos una heterogeneidad organizada, instituida imaginariamente en un momento determinado. Al mismo tiempo, es un intento de ir un poco más al fondo del debate; hay que tener en cuenta las modas académicas que hablaron del “fin de la ideología”, “fin de la historia”, etc. Esas fórmulas plantean la discusión acerca del peso de la “cultura”, de la “historia” o de la “ideología” en términos dicotómicos y superficiales. En cambio, la propuesta es interrogarse acerca de qué estamos hablando: de fronteras, de sentidos, de circulación, de interculturalidad. El multiculturalismo, en este sentido, sería una forma determinada de organización de la heterogeneidad, una política que tiende a separar las heterogeneidades y a congelarlas como una diversidad no histórica.
¿Qué diferencia hay entre la interculturalidad y el multiculturalismo? Por un lado, existe una visión civilizatoria que sostiene que el saber moderno es el único válido para la educación, la salud, para el progreso económico. Frente a esa visión, el multiculturalismo postula un relativismo extremo, en el cual cada uno debe gobernarse en función de sus propios saberes. En cambio, la interculturalidad plantea que ninguna cultura in toto es superior a otra cultura, lo que no significa que no haya aspectos de una cultura que puedan ser valiosos para el intercambio cultural. No tiene que haber segregación, como propone el modelo multicultural, sino un diálogo en el que pueda haber un crecimiento y una incorporación de elementos propios de la cultura del otro. Frente a las políticas multiculturales, muy articuladas con el neoliberalismo del gueto y de la separación, la interculturalidad propone escenarios de diálogo que son escenarios de conflicto pero también de aprendizaje y de incorporación de saberes. Por otra parte, numerosos trabajos demuestran que la incorporación de nuevas prácticas, creencias o valores en una configuración cultural no implica la destrucción o transformación completa de dicha configuración.
¿Cómo se juega la cuestión de la interculturalidad en una ciudad como Buenos Aires, de fuerte tradición inmigratoria? Buenos Aires es una ciudad históricamente cosmopolita. Mucho más descontrolada que ahora estaba a principios del siglo XX, cuando el 80% de los trabajadores eran extranjeros. La ciudad de Buenos Aires es un espacio de interculturalidad clásica con la matriz exacerbada del europeísmo de nuestro país y una interculturalidad muy jerarquizada, con un profundo racismo social no reconocido, muy anclado en la vida cotidiana y desconocido por la sociedad porteña.
En el libro se refiere varias veces al macondismo, esa visión que exotiza el continente latinoamericano, su folclore y su diversidad cultural. ¿Existe una identidad latinoamericana? ¿Cuál es el papel del macondismo a la hora de pensar la diversidad cultural en América Latina? La idea de que América Latina es un espacio mágico fue una forma de presentación y de exotización frente al otro. El macondismo fue una de las distintas intervenciones culturales sobre lo que es América Latina, como lo fueron también las intervenciones modernistas o las indigenistas. El libro intenta desarmar el macondismo y mostrar que no somos una fábrica de palmeras sino una complejísima heterogeneidad, y que cualquier intervención que postule una homogeneidad está destinada a ser desestabilizada por la heterogeneidad realmente existente. De lo que estoy seguro es de que esa heterogeneidad es cualitativamente mayor a todos los imaginarios que existen sobre América Latina, que intentan hablar de “la cultura latinoamericana” en singular, cuando en realidad lo que hay son configuraciones distintas, procesos compartidos y al mismo tiempo modos muy locales y nacionales de resolver esas cuestiones que pueden atravesar al continente: las formas de elaborar y resolver las dictaduras, la democracia y las transiciones han sido totalmente divergentes en el continente, así como la forma de resolver las cuestiones de la indigenidad, el mestizaje, el europeísmo o el africanismo. En ese sentido, América Latina es mucho más una identificación político-cultural que la descripción de una supuesta cultura única que no existe como tal.
A lo largo del libro se insiste en que la acción del Estado tiene efectos reales sobre la cultura. ¿Qué sucede allí donde el Estado parece no llegar, como por ejemplo, las zonas fronterizas? En las teorías más tradicionales, la nación se construye del centro a la periferia y de arriba abajo. En algunas zonas de Misiones o de la enorme frontera con Chile hay una presencia menor del Estado, lo que significa que hay una experiencia histórica menor con el Estado. Pero hay otra pregunta que es si llegan la moneda, las radios, si hay una experiencia compartida o no. La nación puede adquirir un sentido específicamente local, y los grupos locales pueden utilizar la nación para demarcaciones o para confrontaciones vecinales o regionales incluso si el poder nacional no llega allí. Si en los estudios clásicos se decía que la construcción de la nacionalidad era top-down (de arriba abajo), hay estudios contemporáneos que demuestran que uno debe interrogarse acerca de la actividad local en la construcción de fronteras, que ésta no es sólo una imposición de poderes ajenos. De hecho, los procesos de nacionalización y estatalización son más exitosos cuando logran construir hegemonía en el sentido gramsciano, logrando articular lógicas nacionales con procesos locales.
Además de las geográficas, hay otras fronteras, más bien culturales e identitarias. En esta época de “informatización”, ¿cómo operan estas fronteras? Evidentemente todo el proceso de comunicación virtual plantea escenarios en los cuales se pueden construir formas de pertenencia transnacionales, donde está dinamizado algo que ya existía, que son las identidades estéticas, como fueron en su momento el rock o el punk. Al tener una capacidad tecnológica superior, todas las posibilidades de producir identificaciones de tipo estético-culturales son mucho mayores. Por otro lado, también las formas del internacionalismo político están facilitadas por la comunicación virtual. Sin embargo, no hay identificaciones políticas que puedan producir movilizaciones generales si no están vinculadas a cuestiones de derechos o de intereses transformables de una manera concreta, y eso todavía se plantea en los escenarios del Estado-nación. El espacio nacional es mucho más relevante de lo que la literatura de moda tiende a sostener, porque sigue siendo el único espacio jurídico que puede otorgar derechos sustantivos y permanentes a las personas.
Durante los últimos veinte años ha habido grandes avances en América Latina y en la Argentina en la incorporación de sectores tradicionalmente excluidos desde el punto de vista cultural. ¿Cuáles el valor de esos avances en términos de reconocimiento? Si prestamos atención al proceso largo, hay unos avances descomunales. En el plano de género, las mujeres empezaron el siglo XX argentino sin derecho a votar ni a estudiar medicina y actualmente tenemos una ley de matrimonio igualitario que no parece generar mayores discusiones. También con el tema indígena se ha avanzado mucho, pero quedan cuestiones estructurales. Creo que la prueba de que el reconocimiento sigue teniendo una agenda limitada es que el asesinato de un indígena en Formosa no vale lo mismo para la prensa, para muchos movimientos o muchos partidos que la muerte de un dirigente político en la Capital. La sociedad argentina es sensible a las muertes políticas, pero al mismo tiempo tenemos que preguntarnos por qué cuando matan al dirigente wichí no hay una crisis. En ese sentido seguimos siendo poscoloniales: estamos atravesados por la colonialidad y las vidas de las personas no valen lo mismo.

Dentro.-j.a.r

Desde dentro que ves/una sonrisa/y soy feliz/la hoja que rosa/deseando romper con ganas los recuerdos/dejando salir los sentimientos/imagina-dome pensativo lo que fuimos/como un bolero/lejos de mi casa/desde aquí veo lo que existe/una cuchara/un vaso/una vos que se va/se apaga/lo que fascina/lo que recibes cuando no esperas nada/los hombres en acción/el cielo/la niebla/el alba /que atraviesa la cama/que se duerme en tu espalda/el origen de la hierba/el fruto de amarnos/tus pasos que tan lentos marchan/no se si es la vida/solo se que dos se unen/y renacen en un tiempo/es decir en la cita esperada.

El misterio.-J.A.R

En las calles empedradas de Boedo/el beso es un misterio/en el ligero aire que va por la avenida/como llamando a la lluvia/quien mas pide un café cargado/en la madrugada/sino el que espera/en la madrugada se esperan muchas cosas/como un vuelo/como una falda negra/como que llegue/la tristeza/y te acompañe/y aligere el peso de tu garganta/no se si es bueno esto/si vale un sola gota de sangre/una lagrima de sal‎/un suspiro/mientras la luna/se posa en mi mesa/tan blanca/y tan distante/yo te pienso/como un adiós/como lo que esta en mi/y el bar esta vacio/solo hay cuatro almas que vagan/mi mujer no viene/y los segundos que pasan tan lentos/ como la vida que se escapa/y un hechizo atraviesa la puerta/se que me levando/se que es hora de seguir/buscando el sueño que acaricia/o el éxtasis de la luz para partir//como un destino/que en mi joven/se escapa/la noche nos envuelve/y nos llaman la miradas.

IDEAS-Tecnología y comunicación Opinión: Un libro electrónico no es un libro Tras leer el contrato que viene adjunto con un Kindle, este cronista ha llegado a una obvia pero desconsoladora conclusión. Los libros electrónicos sustraen del Libro lo que debería ser su condición básica y más excelente: la soledad, la privacidad y la libertad de pensar y actuar sobre un texto. POR ANDRÉS HAX - ahax@clarin.com

REVISTA Ñ
En lo que va del año la noticia más impactante sobre el e-book no tuvo nada que ver, de rigor, con los e-books. Estamos hablando del cierre de la librería estadounidense, Borders, una cadena nacional que en a fines del 2010 tenía más de 500 megatiendas en ese país. Una de las causas principales en la estrepitosa caída de ventas —que resultó en la declaración de bancarrota por la empresa el 16 de Febrero de este año— es el pase de los consumidores al libro electrónicos, en obvio detrimento de los libros hechos y derechos. Es profundamente irónico que los bibliófilos estadounidenses estuvieran de luto por una organización que hace unos diez años, no más, era odiada por los mismos bibliófilos por amenazar la supervivencia de las librerías independientes. Aunque el libro electrónico esta en su plena infancia si hay algo que esta claro es que no va ser una novedad pasajera. La tableta de lectura más popular, elKindle de Amazon, está recién en su segunda versión. Las críticas del Kindle 2 fueron muy positivas, declarando un salto en calidad significativo, tanto en el dispositivo electrónico como en la tecnología de “tinta-electrónica” o e-ink. En estos tiempos de crecimiento exponencial de la tecnología uno solo puede imaginar que el Kindle —o su símil— dentro de una década será un aparato formidable.
¿Qué resistencia posible hay frente este cambio de paradigma? ¿Qué podemos decir nosotros que hemos pasado nuestras vidas —que hemos dado sentido a nuestras vidas— a través de la lectura, compra, colección y relectura de Libros?
Tal vez lo único que nos queda es resistir privadamente y, por lo menos, dejar un grito en el aire constatando nuestra opinión sobre esta revolución de magnitud gutenberguesca.
 En esta columna quisiera defender mi opinión: un libro electrónico no es un libro y nunca será un libro. Y por más ventajas que tiene y que tendrá el e-book (a quién no le gustaría tener acceso a los contendidos completos de las grandes bibliotecas del mundo, algo que, si Google Books cumple su objetivo, será una realidad) nunca hay que olvidarse que el libro electrónico no solo no es un libro, si no es un anti-libro. Por más que el contenido textual de, por ejemplo, La guerra y la paz, es idéntico en un libro que en un Kindle o un iPad, ese texto electrónico está muy lejos de ser un libro. ¿Por qué? Veamos.

Esto no es un libro
La diferencia más crucial, importante y notable entre un Libro y un libro electrónico es ésta: Cuando uno lee un libro está solo. Leer un libro es una acción solitaria, silenciosa (o no, si uno lee en voz alta), pero absolutamente personal y privada. Por lo contrario, cuando uno lee un libro electrónico hay siempre una empresa detrás que está leyendo lo que usted está leyendo. Cada “página” que da vuelta, sus tiempos de lectura, cada anotación que hace, la colección de libros que tiene (dentro de su tableta), las horas en cual lee, cuán rápido lee — todo, todo, todo, vinculado con la lectura de ese texto, queda registrado en un servidor de una empresa privada.
Se podría enumerar decenas de diferencias más, pero para los propósitos de esta columna quisiera indagar sobre el significado de esta fundamental diferencia entre los Libros y los e-books.

¿Qué significa comprar un Kindle?
Comparemos la compra de un Libro y un Kindle.
Libro: entro en una librería, compro un libro con efectivo y me voy. Ese objeto es mío. Listo, se terminó. Si quiero, lo quemo para hacer un asado o lo convierto en una obra de arte cortando sus páginas. Si no, lo puedo escribir, subrayar, anotar de la manera que se me antoja: con pinceles de varios colores, con broches, con papeles pegados, escritos, comentando el texto. Se lo puedo prestar a un amigo. Lo puedo dejar en el banco de una plaza para que lo encuentre otro… Es mío y lo que hago con él es cosa mía.
Me compro un Kindle. Primero, ese aparato esta vinculado a mi nombre, a una tarjeta de crédito mío (no se puede comprar en cash) que esta vinculada a un domicilio legal (no puedo tener una tarjeta de crédito sin un domicilio legal). Aun ni siquiera me he comprado un libro y he entrado en una relación en la cual entrego mis datos más íntimos a un tercero.
El Kindle llega en una caja y, al estilo Apple, viene con un manual de instrucciones que, coquetamente, enfatiza lo sencillo que es operar esta maquinita que te dará acceso a miles sobre miles de textos electrónicos. Hasta acá, todo bien, ¿no es cierto?
En el Kindle que yo me compré el manual consistía en un librito de seis páginas de cartón delgado con cinco pliegues que se abren como un acordeón. La parte delantera es un texto escueto con diagramas claros en papel blanco, brilloso.
Y ahora vamos al Gran Hermano.
Da vuelta el manual y ve cinco páginas de texto chico debajo de un título humilde que dice “Important Product Information”. O sea, información importante sobre este producto.
Y lo que sigue es el contrato que firmantes, de facto, al comprar el Kindle y —además— el contrato que firmarás, de facto, cada vez que compras un texto electrónico para el dispositivo.
El sexto subtexto se titula: “Your Conduct”. Tu conducto.
¿Perdón? ¡Qué dijo! ¿Mi conducta?
Imagínate devuelta en la librería. Pagaste tu libro en cash y estas por partir cuando el librero te para: “Momentito,” te dice. “Acercase acá que tiene que firmar un contrato si va a leer ese libro. Por favor, no se moleste. Es un procedimiento común que les hacemos a todos nuestros clientes. Hay unas cláusulas sobre cómo usted puede usar el libro. Igual, no se preocupe si no quiere firmar. Ya le tenemos registrado y de hecho por comprar el libro ha firmado el contrato.”

Tu conducta
Entre varias otras cosas, esta estipulado que no puedes prestar el libro; que, en el caso de diarios y revistas, Amazon reserva el derecho de cambiar los términos del contrato de compra; el aparato en si, y sus contenidos (tanto software como hardware) pertenecen a Amazon y no tienes el derecho de interferir con su funcionamiento de ninguna forma; Amazon recibirá información de tu dispositivo: “Anotaciones, bookmarks, apuntes, subrayados o tales marcas están respaldados por el Servicio, y la Información que recibe es sujeta al contrato de privacidad de Amazon.com”
Amazon no se hace cargo de ninguna perdida de información. Si has violado los derechos Intelectuales de Propiedad del aparato o sus contenidos, “Amazon puede buscar recompensación legal en cualquier estado o juzgado federal en el estado de Washington…”
Hay más: “Amazon reserva el derecho de cambiar las condiciones de este Acuerdo… En el caso que lo haga tu uso continuado del dispositivo implica tu acuerdo de estas revisiones del contrato…”
Si Amazon decide que tú has quebrado con el contrato – o futuras revisiones del contrato – esta en derecho de suspender tu uso del dispositivo y cancelar tu acceso a toda la información que ellos tienen almacenados sobre tu uso del dispositivo y sus contenidos. 
Yo resistiré. No me interesa firmar un contrato para leer un libro. No me interesa que una empresa me imponga las condiciones de mi lectura. No me interesa cambiar comodidad por mi privacidad. No me agrada el tono agresivo ni los términos del contrato en el cual el único con poder es la empresa proveedora. No acepto.
Esto no es un libro.

Recitales de poesía 2X4 -Cuando la brisa ríe en los versos

Como todo sentir la poesía en Madrid tiene su tiempo y  la boca tiene su espacio,los recitales que venimos dando en el barrio de Malasaña,Lavapies y Quevedo nos viene llenado de satisfactoria dicha,con diferentes poetas algunos mas consagrados otros nobeles pero siempre con el espíritu de vivir la poesía sin facciones ni moldes,sino juntando-nos para escucharnos y vivir-nos,este viernes 25 nuestro nuevo encuentro se realizara en el bar Badulake en la calle Salitre30-METRO LAVAPIES- A LAS 21:30 HS, esperemos que como dice el poeta..... 


                Todo es difícil,el silencio,la majestad,el coraje:
               el supremo valor de la vida continua
               este saber que cada minuto sigue a cada minuto,
               y así hasta lo eterno.Vicente Aleixandre

Que nuestro sentir y este tiempo del movimiento poético sea de frutos en libros y recitales,vamos viendo que de a poco logramos encontrarnos mas cómodos y las formas del recital se vuelven firmes ahora solo quedara esperar que el dia nos acompañe y los amigos amantes de la poesía mis saludos siempre.Julio
            
               

Beata Söderberg: “Los suecos no saben cómo suena el tango” Desde Suecia, la cellista que descubrió el tango argentino en las milongas de Nueva York, acaba de editar dos discos muy diferentes entre sí, aunque dedicados a la música de Buenos Aires. Dice que la inspiran Piazzolla, Salgán y Troilo. POR LUJAN FRANCOS

Es cellista y, además, es sueca. Pero aunque suene extraño, compone y toca tango y a fines del año pasado presentó en Buenos Aires sus dos nuevos discos, que al igual que sus tres álbumes anteriores, fueron grabados en esta ciudad.
Tangos románticos y Beatas Aires son las últimas obras de una música de 34 años que, sin atisbos de rebeldía, se escapa casi totalmente de las estructuras.
¿Qué recuerdos tiene de la noche que conoció el tango argentino en Nueva York? Hace doce años pasé por una milonga, quise entrar a mirar y descubrí algo totalmente nuevo para mí. Yo no conocía ni la música ni el baile del tango.
¿Cómo se fue involucrando con el mundo del tango hasta llegar a componer canciones y grabar discos a base del género? Una vez que conocí el tango, empecé a ir a milongas en Nueva York. Y hace diez años empecé a escribir mis primeras canciones como una consecuencia de pasar mucho tiempo en los salones de tango. En 2004 grabé mi primer álbum, Beatitudes .
¿Cómo es eso de ser una cellista sueca que toca tango? Si quiero tocar música no tengo muchas opciones, porque sólo sé tocar el cello. Yo viví con el cello toda mi vida. Soy sueca, toco el cello, no hay nada de mí que en realidad esté de acuerdo con el tango. Siento mucha libertad porque no tengo el background del tango y eso me permitió tomar otra ruta acerca de lo que yo puedo hacer con el sonido.
¿Cómo fue la producción de “Beatas Aires” y “Tangos románticos”? Beatas Aires es la continuación de la producción previa. Es tango moderno, muy libre, que ya había trabajado en el disco anterior. El otro disco, Tangos románticos es un proyecto en colaboración con el pianista Cristian Zárate, que hace unos arreglos fabulosos; y o quería hacer un álbum de un sonido más tradicional, entonces le sugerí que trabajáramos juntos. Escribí los temas en Suecia y se los mandé en archivos a Cristian para que él hiciera los arreglos. Fue un proyecto muy divertido. Me gusta mucho cómo quedó, es una combinación, es una música nueva, melodías nuevas. Hacer este proyecto me conectó con el tango real.
¿Qué características tiene “Tangos románticos”? Es muy diferente de los trabajos anteriores. Hay violín y bandoneón y para mí es otro sonido. Estoy tratando de tocar más libremente que en las producciones anteriores, estoy haciendo chacareras, polka, en realidad no es un disco de tango, sino que es un disco de música.
¿Y “Beatas Aires”? Es mi percepción de la vida en Buenos Aires, pero no las impresiones del tango, es más sobre el estilo y el modo de acá. El primer tema es “Querido Buenos Aires”. Yo amo esta ciudad.
¿Cuál es su metodología a la hora de componer? Trabajo como música free lance . En los trabajos que tuve en Suecia tocaba música de cámara, música clásica. En mi tiempo libre trataba de escribir. La música de Tangos románticos la escribí principalmente en julio, porque es verano en Suecia. Me fui a una cabaña chiquita en el campo y ahí componía todo el tiempo. La motivación es tener un proyecto y tiempo completo para poder sentarme a escribir.
¿Cómo la recibieron en Suecia cuando hizo las giras en 2007 y 2010? A los suecos les encantaron los conciertos. Para mí fue muy especial poder llevar a nuestra banda, Justango, a mi país.
¿Cuál fue la evolución del tango en Suecia? El tango en mi país, como en el resto del mundo, ha ido ganando popularidad en los últimos años. La gente baila milongas, pero no escucha tango tradicional en la radio. Los suecos no saben bien cómo suena el tango en realidad. Tienen el típico concepto de música y baile pasional. En Estocolmo hay algunas performances algunas veces al año, pero de todas maneras la gente no conoce mucho.
¿De qué músicos tiene influencia? De Astor Piazzolla, que es uno de los mayores compositores del siglo pasado. Horacio Salgán también influye, lo escucho seguido, y Aníbal Troilo. Tuve otras referencias, como la música clásica y el jazz . Desde que estuve viniendo para acá encontré muy buenos músicos en el folclore. No sé si me influyó, pero me encanta el folclore de la Argentina y lo escucho mucho.
¿Cómo se califica como bailarina? Pienso que como bailarina soy decente, no bailo continuamente. Por períodos bailo mucho y en otros no tanto.
¿Qué es lo que más le gusta de la Argentina? Encontré más cosas en común que diferencias entre la gente de la Argentina y la de mi país. Me encontré con personas que significan mucho para mí, es realmente una segunda casa en lo referente a los amigos y las experiencias. Me gusta mucho la cultura de Argentina. Cuando uno camina por las calles, hay música, teatro, artes, todo el mundo tiene mucho sentido de la estética...
¿Le gusta el fútbol? Amo el fútbol. Mi papá y yo miramos fútbol y cuando llegué acá aprendí que Boca Juniors tiene los colores de Suecia, entonces decidí que me iba a hacer fanática de Boca. Una vez fui a la bombonera. Fue una gran experiencia, me encantó.

Juan Gelman-Poeta del sentir

CONFIANZAS 

se sienta a la mesa y escribe 

"con este poema no tomarás el poder" dice 
"con estos versos no harás la Revolución" dice 
"ni con miles de versos harás la Revolución" dice 

y más: esos versos no han de servirle para 
que peones maestros hacheros vivan mejor 
coman mejor o él mismo coma viva mejor 
ni para enamorar a una le servirán 

no ganará plata con ellos 
no entrará al cine gratis con ellos 
no le darán ropa por ellos 
no conseguirá tabaco o vino por ellos 

ni papagayos ni bufandas ni barcos 
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos 
si por ellos fuera la lluvia lo mojará 
no alcanzará perdón o gracia por ellos 

"con este poema no tomarás el poder" dice 
"con estos versos no harás la Revolución" dice 
"ni con miles de versos harás la Revolución" dice 
se sienta a la mesa y escribe 

sábado, 19 de febrero de 2011

ARTE-Eduardo Santellán: "Mi erotismo no busca exaltar el deseo" Húmedo y Vertical es el título del último libro de este dibujante autodidacta. Aquí, Santellán asegura que no se trata de un producto Voyeur, y califica su nuevo libro como surrealismo erótico.POR IVANNA SOTO. ESPECIAL PARA Ñ DIGITAL

  1. Como buen autodidacta, el dibujante e historietista Eduardo Santellán(Buenos Aires, 1951) incursionó en el mundo de la pintura (re)ideando técnicas ya inventadas en el mundo del arte, pero inexistentes en su mundo interior. Ajeno a esa otra realidad que utilizaba sus métodos desde hacía décadas, desarrolló un código propio, amparado en la definición de Surrealismo de André Breton: “Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar […] el funcionamiento real del pensamiento […]”.
    Tal procedimiento se hizo visible desde sus primeros trabajos para la revistas Expreso Imaginario, El Péndulo y Fierro, entre otras, y en sus ilustraciones para libros de cuentos infantiles o tapas de los discos de rock como El valle interior, de Almendra y Bajo Belgrano, de Spinetta Jade. Y ahora, en su nuevo libro de imágenes y escritos “Húmedo y Vertical” (La máquina de coser paisajes/ediciones) Santellán no se traiciona. Definido por él mismo como “Surrealismo erótico”, desarrolla su iconografía partiendo de la figura humana para deconstruirla y exponerla en toda su dimensión, crudeza y despojo. Dominado por la magia del azar, exhibe fragmentos de cuerpos que se rehacen y entremezclan con elementos reconocibles y cotidianos, pero distorsionados, sometidos a la dinámica del deseo. Defiende el automatismo psíquico como método esencial y cuenta que emplea técnicas mixtas que abarcan la utilización de lápiz, acrílico, birome y, en algunos casos, la intervención digital. Ahora sí, con las explicaciones del caso, se presta hablar de su última creación, Húmedo y vertical, que además de sus ilustraciones lleva textos de Elena Bossi, Adriana C. Russo y prólogo de Carlos Barbarito.
     -¿Hay alguna explicación para el título del libro más allá de la evidente?
    Como el resto de mis trabajos, el título me llegó sin previo aviso; es bastante ambiguo y no hace referencia a nada en particular, pero creo que inquieta y sugiere desde esos calificativos. Y más aún dentro del contexto en el que se encuentra, con el subtítulo “Surrealismo erótico” y la imagen de tapa que lo acompaña.
     -¿Qué imagen elegiría para remitir directamente al género erótico?
    Ningún elemento en particular me remite directamente a lo erótico ni espero hallar un objeto donde cargar el deseo ni evocar tabúes que me exciten. Unos genitales o determinados órganos de un cuerpo, en este contexto, no le provocan a mi ánimo más que cualquier otra cosa; mi erotismo no está destinado a la exaltación del deseo, sino que lo veo como una temática más, una punta desde donde pueden extraerse nuevas formas. Alguien puede creer al ver estos trabajos que se trata del producto de un voyeur que está mirando por el ojo de una cerradura, pero no fue una cuestión de espiar esas partes del cuerpo. Sólo soy una persona que observa su interior, que trabaja en absoluta libertad, sin autocensuras ni preconceptos, sin reprimir nada de lo que me va brotando mientras trabajo.
     -Dentro de la selección de dibujos hay una serie en la que utiliza el isologo de Coca-Cola. ¿Qué relación hay entre el arte erótico y la publicidad?
    En esta sociedad articulada aún alrededor de tabúes y proscripciones sexuales, el erotismo suple esos estados más o menos obsesivos del deseo larvado. La publicidad se vale de estos límites impuestos y explota un erotismo fronterizo que, en muchos casos, se asemeja más a la pornografía, por su afán de despertar el apetito sexual, que a lo erótico, que es un arte de la sutileza. En mis trabajos trato de interpelar al espectador con un discurso despojado de ataduras moralistas, pero conservando los límites entre un género y otro.
    -¿Por qué incluyó escritos, además de dibujos, en el libro?
    -Los escritos son sólo anotaciones que intentan exponer ciertas inquietudes que me surgen entre un dibujo y otro, y que en algún caso tienen una carga pretendidamente poética, pero no son poemas en un sentido íntegro. Tampoco son escritos eróticos, sino teorizaciones sobre mi actividad que, junto con los viejos dibujos, intentan resumir el trabajo de alguien que experimenta múltiples vivencias y lo expresa también con frases y pequeños textos.
     -¿Es parte de su definición como artista?
    -Como artista me veo como un solitario que intenta extraer sus visiones interiores para dar testimonio de ciertos bordes densos de su propia experiencia psíquica. Creo ser un “journalista de la imaginación”, me interesa explorar esa línea donde se delimita lo onírico de lo real y lo mágico de lo cotidiano. Mientras otros prefieren el paisaje bucólico, la naturaleza o la abstracción, yo tomo el dibujo como un medio de introspección más que de expresión; lo mío, en un sentido taxativo, es acercarme a esas zonas del inconciente y a formas desconocidas que se van descubriendo mientras se dibujan.
     - ¿De allí la calificación de su obra bajo la etiqueta de Surrealismo?
    No conozco otra escuela desde donde se pueda mirar mejor mi trabajo que el Surrealismo. Si bien me llega como un eco de aquellos postulados de Breton y los franceses, hoy y a través del tiempo y de la historia personal sólo es una reminiscencia con códigos propios. De la corriente tomo en principio las ideas de libertad, juego e introspección psíquica. Creo en el azar absoluto, en ese estado anterior a la razón, y ahí pretendo ubicarme cuando dibujo; el resto viene de esos lugares recónditos de la conciencia a los que uno no tendría acceso de no ser por la experiencia del arte. Por lo tanto, en mí funciona el Automatismo psíquico, el cual aplico para la instancia del boceto porque me permite contar con la idea de lo impredecible. Luego tomo la imagen resultante y la modifico y realzo con todas las técnicas que tenga al alcance hasta llegar al resultado final.
    -¿Hay alguna diferencia entre el Eduardo Santellán ilustrador, historietista y dibujante surrealista?
    En todas las instancias intento ser el mismo. No me veo seccionado en cada rol que debo asumir, sino que trato de ser aquello que es la esencia de mi trabajo, sin traiciones. En alguna instancia con más oficio que juego, en otras con más libertad que compromiso. En cualquier caso, fiel a las surrealidades con las que comencé, que entrañan mi punto de conexión con la belleza y lo imaginario, lo cual me permite pensar el mundo de forma menos determinista y, como artista, hallarle un sentido a esta realidad.

viernes, 18 de febrero de 2011

Negra trata de blancas En «El hombre del corazón negro», Ángela Vallvey reflexiona sobre las mafias de la antigua URSS

Libros
Ésta es una novela sobre lo negro, sobre lo oscuro, aquello que emponzoña una fruta, y que pronto hace que las demás frutas de la cesta tengan puntos ciegos. Pero, atención, lo corrompido, lo corrupto no sólo habla del corazón de las personas, sino quizá también, en la novela de Angela Vallvey, del limo que sustenta Venecia, y por ende, metafóricamente, de la sociedad construida por los humanos. A partir de una nota aparecida en LA RAZÓN sobre la trata de blancas y de la desaparición de unos gatitos del chalet de una anciana, el lector pronto comprenderá que esta última novela de Vallvey, «El hombre del corazón negro», tendrá dos caminos paralelos, y que la maestría de Vallvey irá conjugando como dos alas de un mismo biombo. Por un lado, casi un reportaje de investigación sobre lo sucedido en los países de la antigua Unión Soviética tras la caída del régimen.

El surgimiento de las mafias (ucranianas, georgianas, rusas…), y cómo éstas generan un modelos especiales de guerrero posmoderno (un pícaro sangriento) que terminará por pudrir las economías y los sectores judiciales, políticos y policiales de Occidente. La trata de blancas, el arrancamiento de adolescentes de pueblos campesinos (en esta novela, Polina, una joven moldava), será uno de los espejos más crueles de esta novela. Y, por otro lado, Vallvey mostrará al lector la peripecia vital de una madrileña policía mestiza que mató por casualidad a un atracador y que cree en la religión y en la justicia.

Tinieblas de Conrad

Ambos niveles (el de las mafias, centrado en el personaje de Misha, uno de los jefes de los delincuentes; y el madrileño, centrado en la policía mestiza, Sigrid) construirán una metáfora sobre esa oscuridad que puede estar en el corazón de cemento de Chernóbil o en el corazón de una joven vendida a los burdeles turcos. Pero que, también, está en un rincón del alma de todos. Eso parece decirnos Ángela Vallvey, premio Nadal 2003 con «Los estados carenciales» y finalista del Planeta 2008 con «Muerte entre poetas», con esta novela donde, apoyándose en el género «negro» acaba indagando en aquel corazón de las tinieblas de Conrad. Angela Vallvey, reconocida por su capacidad de creación de personajes torturados por la sentimentalidad y en los que la crueldad y un cierto humor negro suelen ser elementos fundamentales, ha conseguido una fascinante obra sobre lo que queda de las Alicias cuando atraviesan ciertos espejos.

El juego en que andamos


Si me dieran a elegir, yo elegiría

esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.

Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.

de "El juego en que andamos".Juan Gelman

miércoles, 16 de febrero de 2011

Saltar.-j.a.r

Resbalar de los puntos/los saludos /y la música/de los trazos/del enigma/de los que se sienten fuertes/de la tenue nada/que invade sin razón/caer por uno mismo/tras la aurora/sentirse vivo en la noches/darse todo/con descaros/tras las reacciones/y los problemas/no dejar de soñarse/para aligerar las penas/del mañana/solo mirarse por la ventanilla/y saltar de alegría/saltarnos dejarlo todo desnudo/en la vereda/del infinito cielo.

La última biografía de Salinger “reanima el cadáver, pero no logra hacerlo cantar” En esta nota Jay McInerney, autor de Luces de neón, critica J.D. Salinger: una vida, de de Kenneth Slawenski. Concede que la tarea de escribir sobre su vida está casi destinada al fracaso y resalta el retrato de los años de Salinger en la Segunda Guerra Mundial, que lo marcaron profundamente. POR JAY MCINERNEY (THE NEW YORK TIMES)

J.D. Salinger pasó el primer tercio de su vida intentando ser reconocido y el resto, intentando desaparecer. Hubiera odiado J.D. Salinger: una vida, la nueva biografía reverencial de Kenneth Slawenski, que nos llega justo un año después de la muerte del autor y que destierra y agrega hechos de la vida de Salinger, contándolos en clave de ficción. Reanima el cadáver, pero no logra hacerlo cantar.
Si realmente quieres saberlo, lo que falta —y esto no es necesariamente culpa de Slawenski— es la voz de Salinger. Estuve tentado de decir su voz inimitable, pero como ya sabemos ha sido el autor más imitado de nuestras letras salvo, tal vez, su amigo Hemingway. El lenguaje de Salinger ha infiltrado el lenguaje de nuestra literatura y refertilizado el vernáculo americano del cual surgió.
Slawenski esta impedido, en parte, por el legado de Ian Hamilton, autor de En búsqueda de J.D. Salinger (1988). Como cuenta Slawenski, después de haber recibido cero respuesta de Salinger y su círculo de amigos íntimos, Hamilton logró ubicar una cantidad importante de correspondencia no publicada — y citó ampliamente de sus cartas y de sus libros. Cuando un borrador del libro llegó a las manos de Salinger, el autor llamo a sus abogados y demandó que Random House sacara las citas de la correspondencia no publicada. El fallo inicial que fue a favor de Random House fue revertido tras una apelación —con repercusiones importantes para las leyes de copyright en los Estados Unidos— y el resultado inmediato de que Hamilton tuvo que parafrasear las cartas que eran el corazón de su biografía. Slawenski también tiene que obedecer el fallo de 1987 y, además, es limitado por su interpretación fastidiosa de la ley de copyright de uso justo en cuanto a sus citas de las obras. Por lo tanto está básicamente limitado a frases muy cortas.
La mayoría del libro fue escrito cuanto el litigioso Salinger aún estaba vivo, pero no puedo dejar de pensar si sus herederos no hubieran sido un poco más relajados sobre el tema de las citas. Las memorias de Margaret Salinger, Dream Catcher (Cazador de sueños, 2000), de las cuales depende mucho Slawenski, cita largos fragmentos de la prosa de Salinger, tal vez presumiendo que J.D. Salinger se hubiera frenado antes de demandar a su propia hija.
La biografía más comprensiva hasta la fecha ha sido Salinger (1999) de Paul Alexander, que evidenció simpatías con el autor pero no adoración. Slawenski es un admirador, por no decir un fanático. Por siete años ha dirigido el sitio Web llamado Dead Caulfields, y en una introducción embarazosamente emocional reporta su angustia al enterarse de la muerte de Salinger. “La noticia me miró desde mi in-box a través de un header horripilante y escueto. Leía: Descanse en Paz J.D. Salinger…Imposiblemente, busque un sentimiento que podría hacerle justicia al hombre”. Los lectores que busquen un balance equilibrado, tal vez tengan la sabiduría de parar aquí, donde la página casi esta mojada de lágrimas. Afortunadamente, el tono del libro es un poco más mesurado.
Slawenski parece haber descubierto los datos sobre el linaje del autor, de los cuales hasta Salinger mismo, y su hermana, dudaban. Su madre, Miriam, neé Marie Jillich, nació en un pequeño pueblo de Iowa de ancestros alemanes e irlandeses. Su piel clara y pelo rojo apoyaron la idea, ampliamente circulada, de que era un inmigrante irlandés. Es lo que Salinger le dijo a su hija. Marie cambió su nombre a Miriam, por la hermana de Moisés, un poco después de casarse con Solomon Salinger, quien manejaba un teatro en Chicago antes de mudarse a Nueva York para trabajar como importador de quesos y carnes europeas.
Jerome David Salinger nació en la ciudad de Nueva York en 1919 y se crió en un hogar secular próspero que “celebraba la navidad y la pascua judía.” (Aunque según las memorias de Margaret, Salinger celebró su bar mitzvah poco antes de enterarse que solo uno de sus padres era judío.) En 1932 la familia se mudo del Upper West Side a la dirección decididamente más gay de Park Avenue. Allí vivió en enorme piso que sería el modelo para la familia Glass en Franny y Zooey. El joven Sonny, como era el apodo de Salinger, fue a campamento, asistió a la escuela McBurney en el West Side antes de ser expulsado por notas bajas. Eventualmente fue a la academia militar Valley Forge, que años después fue transformada en su ficción a Pencey Prep, el escenario de las penas de adolescencia de Holden Caufield. Slawenski juzga que Salinger mismo, después de un comienzo desparejo, disfrutó y prosperó en Vally Forge. Aunque no fue ciego al antisemitismo ubicuo de su era —cuando las universidades Ivy League limitaba la cantidad de judíos que podían asistir a la aulaas— el autor no comenta incidentes en la vida del joven Salinger. Sin embargo, Doris, la hermana de Salinger, le contó a su sobrina: “Creo que sufrió terriblemente de antisemitismo cuando se fue a la escuela militar”.
Tras esta etapa, la educación de Salinger no fue regular: un semestre en la universidad de Nueva York y otro en Irsinus, un pequeño college en Pensilvania. Fue cuando se matriculó en una clase de escritura creativa en Columbia en 1939 que descubrió su vocación. Su tutor, en este periodo, fue Whit Burnett, el fundador y editor de la revista Story. Salinger publicó su primer cuento, The young folks (La gente joven) en Story poco antes de su cumpleaños número 21. Situado en una fiesta de jóvenes adultos en Manhattan, es más un retrato que un cuento, pero el hábil uso de diálogo y su maestría del habla idiomática ya están en plena evidencia.
Jerry, cómo se daba llamar ahora, decidió perseguir una carrera literaria en vez de inscribirse nuevamente en Columbia, pero su triunfo temprano fue seguido por una serie de rechazos. De todas maneras, encontró un representante en Haber Ober Associates, la agencia literaria que representaba su ídolo, F. Scott Fitzgerald.
Aun cuando luchaba para encontrar su propia voz, Salinger disfrutó de éxitos sociales con un grupo de jóvenes de la alta sociedad, incluyendo la hija de Eugene O’Neill, Oona. Ella tenía 16 años cuando conoció el Salinger de 22. Aparentemente, no fue su mente que lo cautivó. “Era un blef,” dijo la hija de un amigo de Salinger, “pero era espectacularmente bella.”
En 1944 Salinger recibió la noticia que The New Yorker, al que había estado inundando con cuentos, había aceptado su relato Slight Rebellion off Madison. En el cuento se ve Holden Caufield por primera vez, aunque vía la tercera persona en vez de la primera persona íntima de El guardián entre el centeno.
Antes que la revista publicara el cuento, los japoneses bombardearon Pearl Harbor. Después de este evento los editores consideraron que Holden y sus reclamos adolescentes sobre Madison Avenue no acordaban con el clima del país y suspendieron la publicación de Slight Rebellion off Madison.
Para este lector, el gran logro de la biografía de Slawenski es la evocación del horror de la experiencia de guerra de Salinger. A pesar de la reticencia de Salinger, Slawenski recrea, admirablemente, los movimientos de Salinger como soldado y recrea las batallas salvajes, las marchas crueles y los campamentos helados de los cuales participó el autor. Es difícil pensar en cuál autor estadounidense tuvo más experiencia de guerra. Fue parte de la invasión del Día D, desembarcando en la playa Utah. Slawenski reporta que de los 3.080 miembros del regimiento de Salinger que aterrizaron el 6 de junio de 1944, solamente 1.130 sobrevivieron apenas tres semanas más tarde. Después, cuando el Regimiento 12 de infantería intentó capturar el bosque de Hürtgen, las estadísticas eran aun más horroríficas. “De los 3.080 soldados originales que entraron en Hürtgen, solo quedaron 563 al salir.” Salinger sobrevivió está debacle justo para luchar en la batalla del Bulge y, poco después, en 1945, participó en la liberación de Dachau. “Podrías vivir una vida entera,” le dijo después a su hija, “y nunca quitarte de la nariz el olor de carne humana quemándose.”
Ese julio se internó en un hospital para lo que hoy reconoceríamos como síndrome de stress pos-traumático. En una carta a Hemingway, a quien conoció en el bar del Ritz poco después de la liberación de París, dijo: “Estoy en un estado constante de desaliento.”
Es notable que este autor tan profundamente ambicioso, que mandaba cuentos a Ober desde las trincheras, decidiera no escribir sobre sus experiencias en combate. Para Slawenski, esto se atribuye a su stress pos-traumático.
Salinger escribió varios cuentos durante los años de guerra, pero ninguno fuero publicado fuera de revistas.
La guerra esta en el trasfondo de A Perfect Day for Bananafish, publicado en The New Yorker en enero de 1948, después que Salinger pasara un año revisándolo con la ayuda de William Maxwell.
A base de este cuento Salinger consiguió un contrato especial con The New Yorker, aunque su relación con la revista, debajo de la edición de Harold Ross, siempre fue complicada. Rechazaron varios cuentos antes de publicar For Esmé, uno de sus escritos más positivos y optimistas, que provocó una ráfaga de correo de lectores. También rechazaron El guardián entre el centeno, que Salinger había completado en el otoño de 1950.
Cuando El guardián entre el centeno fue publicado por Little, Brown en 1951, la recepción crítica y popular fue favorable, aunque las reseñas fueron mucho más variadas de lo que nos quisiera hacer creer Slawenski. Estuvo varias semanas en la lista de best-sellers de The New York Times. Le gustó mucho a William Faulkner. A pesar de su éxito inmediato, su impacto gradual sobre la cultura en general fue inexorable. Muchos años antes de Elvis o James Dean, ni hablar de Los Beatles — Salinger prácticamente inventó la angustia adolescente. Cómo Mark Twain, Salinger inyectó un nuevo tono coloquial a nuestra literatura. Como Huck, Holden se convertiría en un ícono adolescente americano.
En 1974 John Updike comentó que “J.D. Salinger escribió una obra maestra, recomendando que los lectores que disfruten de un libro llamen a su autor por teléfono; y después pasó los próximos 20 años evitando contestar el teléfono.”
Pero aun antes de publicar la novela, Salinger comenzó a mostrar signos de la manía por la privacidad que lo harían famoso. Demandó que la foto se sacara del libro y huyó a Inglaterra para evitar las consecuencias de su éxito. Hay mucha evidencia de que fue ferozmente privado —por no decir paranoico— antes de convertirse en una celebridad. La explicación de Slawenski es la devoción de Salinger al principio Budista de transcender el ego. Poco después de volver de la guerra a Nueva York, Salinger se puso a estudiar Budismo Zen y misticismo católico; después su interés giraría hacía la Vedanta, “una forma de filosofía oriental centrado en las Vedas hindúes.” Sus prácticas religiosas afectarían su vida profundamente después de El guardián… (Mientras que Slawenski retrata sus aficiones religiosas cómo una evolución coherente, Margaret lo describe como un fanático inestable que pasaba de una moda a otra.)
“Después de El guardián…,” Slawenski propone, “el objetivo de Salinger cambió y se dedicó a crear ficciones que tenían un centro religioso, cuentos que mostraban el vacío espiritual en la sociedad estadounidense.”
Slawenski dedica unos capítulos cortos a la segunda mitad de la vida de Salinger, su exilio auto-impuesto a Cornish, New Hampshire. Una novia mía que lo conoció en la biblioteca de Dartmouth en los años 70, y después almorzó con él, me contó que Salinger habló básicamente sobre su dieta macrobiótica, medicina holística y su jardín. Después de divorciarse de Clair Douglas, su segunda esposa, que tenía solamente 16 años cuando comenzaron su noviazgo, tuvo varios romances con mujeres jóvenes. Salinger siempre le contaba a sus amigos que aun escribía y es posible que haya un gran archivo de cuentos y novelas no publicadas, aunque los lectores de su último cuento publicado, Hapsworth, donde parece estar hablando consigo mismo más que a sus lectores, se preguntarán si valdría la pena verlo. Aunque Slawenski aporta al record de la vida de Salinger, para mí, la biografía de Paul Alexander es más vívida y astuta psicológicamente.
Seguramente nunca habrá una biografía definitiva de Salinger, pero nuestra comprensión será modificada por las acciones de sus abogados y la publicación de materiales inéditos en los años que vienen. Por el momento, sin embargo, el creador de Holden podrá estar satisfecho en saber cuán exitosos han sido sus esfuerzos para borrar su propia historia.