Amy Winehouse, durante su actuación en los premios Mercury, en septiembre de 2007.- KIERAN DOHERTY (REUTERS)
La cantante londinense Amy Winehouse, de 27 años de edad, ha sido encontrada muerta hoy en su residencia de Londres. Winehouse, hija de un taxista y de una farmaceútica, apareció en escena en 2003, cuando siendo aun una adolescente publicó su primer discoFrank. El álbum tuvo unas ventas más que apreciables y fue nominado al Mercury prize, un premio que se concede anualmente en Reino Unido al mejor álbum británico del año y que al ser votado por un prestigioso panel de expertos es un importante empujón para los artistas debutantes.
Pero fue su segunda grabación, Back to black, en 2006 la que la disparó al estrellato. Gracias a un sonido, obra en gran parte del productor, Mark Ronson, que renovaba el soul de la Motown, fue el disco más vendido de aquel año. Además de colocar cinco millones de copias, obtuvo cinco grammys de seis candidaturas, entre ellas la de canción del año para su sencillo Rehab, y mejor grabación del año. Su potente imagen, con un pelo recogido en un gigantesco moño a lo años sesenta, numerosos tatuajes y un piercing sobre el labio superior, la convirtió también en un icono.
Con toda la atención mediática centrada sobre ella y un carácter explosivo, era cuestión de tiempo que sus problemas con las drogas y el alcohol salieran a la luz. Ya antes de la publicación de Back to black se especulaba sobre los motivos de su evidente perdida de peso. La suspensión de su gira de 2007, oficialmente por agotamiento ,y su detención en Noruega en octubre de aquel año por consumir marihuana con su marido Blake Fielder-Civil, con el que se había casado en mayo, fueron los dos primeros episodios públicos de una cadena de escándalos y problemas con la ley que nunca remitieron.
La deriva de la carrera de Winehouse fue pronto palpable. Su largamente esperado tercer álbum no se llegó a grabar por los choques entre la cantante y el productor, Mark Ronson, que al final acabaría bajándose del proyecto. Lo mismo pasó con su anunciada participación en la banda sonora de unos de los filmes de James Bond, que nunca se concretó.
Las veces que conseguía subir a un escenario aparecía visiblemente intoxicada. Su tendencia a no comparecer la convirtió en una apestada para las compañías de seguros que la incluyeron en una lista negra de artistas a los que no se permite suscribir polizas por cancelación. Su último concierto el 18 de junio en Belgrado, en el que debía ser el primer directo de su gira de retorno, mostraba a una Winehouse perdida y desorientada, incapaz de recordar las letras. Como resultado, el resto de la gira fue cancelada dos días después. En aquel momento su oficina de representación emitió una breve nota de prensa en la que se achacaba la suspensión a unos vagos "problemas de salud" y que concluía "Todo su entorno está deseando hacer todo lo posible para ayudarla a recobrar su mejor versión y ella se tomará el tiempo necesario hasta que esto ocurra".
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