Poeta Julio Medina Gimenes

Poeta Julio Medina Gimenes
s no es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal.Juan Gelman

martes, 12 de julio de 2011

CULTURA Poemas infantiles de Foster Wallace Se encuentran en una caja versos inéditos del malogrado poeta neoyorkino de cuando tenía seis años

Pregúntele a ese amigo tan ilustrado, el que en cualquier conversación saca el nombre de David Foster Wallace a las primeras de cambio, si conoce «El poema del vikingo» y «Mi madre trabaja tan duro». Y no olvide apostar antes una cerveza a su ignorancia. Estos textos, escritos entre los 6 y los 10 años, aparecieron entre los archivos del escritor donados el pasado otoño al centro Harry Ransom de Austin, Texas. En aquella época, la familia vivía en Urbana, donde el padre era profesor de filosofía moral en la Universidad de Illinois. Wallace compuso estos poemas casi dos décadas antes de la publicación de su primera novela, casi tres antes de lanzar al mercado la que sería su opus magna, «La broma infinita» y cuatro décadas antes de cancelar en 2008 su cuenta con el banco de la vida.
Mi madre trabaja tan duro,
tan duro y por pan.
Necesita algo de manteca. Cocina el pan.
Y hace la cama.
Y cuando ha terminado se siente muerta.
El poema incluye errores gramaticales, propios de la edad, como «dayd» en lugar de «dead» o «she's threw» en lugar de «she's through» —forma coloquial de decir que la madre ha terminado—. Poco tiempo después, el niño Wallace se aplicó en esto, como demuestra una documentada victoria en el concurso de ortografía del colegio. De esa época, circa 1970, procede «El poema del vikingo». Molly Schwartzburg, la comisaria encargada de custodiar los archivos de Wallace, abrió la caja para ABC. «Algo que se puede decir de estos textos es que, mientras algunos trabajos muestran chispas de una creatividad especial, la mayoría son como los de los demás niños», dice Schwartzburg. «Era un chico normal, no sacaba sobresaliente en los exámenes de ortografía. Creo que ver su obra juvenil puede ayudar a humanizar al escritor, a bajarle de ese pedestal de Gran Escritor».
En este momento, hay algunos investigadores en el Harry Ransom que buscan en estos versos indicios sobre las futuras habilidades como escritor de Wallace: su temprana facilidad para el ritmo o su oído para el lenguaje hablado. Adorable, sin duda, pero ¿cuál es la edad mínima para que un autor sea sometida a la lupa de la crítica? «Tenemos muchos ejemplos de la juventud temprana de grandes escritores, como unos maravillosos diarios y libros de cuentos ilustrados que Evelyn Waugh hizo desde muy joven», dice Schwartzburg. Otro de los tesoros del centro es un manuscrito en miniatura de un relato de Charlotte Brontë, escrito cuando tenía 17 años. «No estamos seguros de por qué es tan pequeño, pero una teoría es que estaba pensado para ser leído por los soldaditos de juguete de su hermano».
La decisión de donar al Harry Ransom obras tan tempranas recayó, en estos casos, en terceras personas, sus familias o los propietarios de los manuscritos. Así ocurrió también en el caso de Wallace, tras su suicidio. Es más infrecuente que los escritores decidan donar motu propriosu juvenilia. «No sabremos qué material eligen guardar o destruir antes de donar sus archivos al centro», dice Schwartzburg.
Poemas como los de Foster Wallace están amenazados casi desde el momento en que se escribieron, siendo su mayor enemigo no el fuego ni el azar que gobierna las mudanzas, sino el rencor de los propios escritores hacia su obra primeriza. Sirva como ejemplo Thomas Pynchon, que pensó al volver a leer sus primeros relatos: «Seguramente sabréis qué golpe al ego puede suponer algo escrito hace 20 años, incluso un cheque anulado».

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