El Pais.
Yo maté a Sherezade es un espejo que dispara como haces de luz los derechos de las mujeres en todas direcciones, también hacia Occidente. La escritora y periodista Joumana Haddad (Beirut, 1970) ha parido este ensayo (editorial Mondadori) con tanta "furia" que ha iluminado, incluso, a los que ella denomina "los oscurantistas retrógrados que pueblan los países árabes"."Es un manifiesto -ya se estudia como tal en la Universidad Americana de Beirut- de una mujer un poco loca, pero sobre todo convencida de sus ideas, que no quiere pasar fugazmente por la vida", cuenta en español esta mujer que habla otros seis idiomas. Haddad es responsable de las páginas culturales de An Nahar, uno de los periódicos más importantes de Líbano, además de redactora jefa de Jasad, única publicación erótica del mundo árabe aunque la autora la define como "revista cultural sobre el cuerpo". Se publica trimestralmente en Líbano, ya que "en el resto de los países árabes está censurada".La libanesa es la editora de 'Jasad', única revista erótica del mundo árabe
Yo maté a Sherezade es un espejo que dispara como haces de luz los derechos de las mujeres en todas direcciones, también hacia Occidente. La escritora y periodista Joumana Haddad (Beirut, 1970) ha parido este ensayo (editorial Mondadori) con tanta "furia" que ha iluminado, incluso, a los que ella denomina "los oscurantistas retrógrados que pueblan los países árabes"."Es un manifiesto -ya se estudia como tal en la Universidad Americana de Beirut- de una mujer un poco loca, pero sobre todo convencida de sus ideas, que no quiere pasar fugazmente por la vida", cuenta en español esta mujer que habla otros seis idiomas. Haddad es responsable de las páginas culturales de An Nahar, uno de los periódicos más importantes de Líbano, además de redactora jefa de Jasad, única publicación erótica del mundo árabe aunque la autora la define como "revista cultural sobre el cuerpo". Se publica trimestralmente en Líbano, ya que "en el resto de los países árabes está censurada".La libanesa es la editora de 'Jasad', única revista erótica del mundo árabe
El ensayo aborda como un cuadernillo de estrategias militares las tácticas para superar la guerra por la que la autora cree que pasa cada mujer. "Un estado necesario para conseguir una vida más rica. No podemos creer que la lucha ha acabado y echarnos a descansar porque en ese justo momento volvería a empezar nuestro retroceso". Por eso ha pasado del entusiasmo al escepticismo con las revoluciones en Egipto y Túnez. "Las mujeres han desaparecido. Creen que sus demandas son importantes pero las han dejado en un segundo plano. No se dan cuenta de que no puede haber una democracia real si no se respetan los derechos de las mujeres", exhorta.
Y aunque la actualidad es la literatura de sus últimos artículos periodísticos, en Yo maté a Sherezade aborda con firmeza aspectos que, por derrochados en papel, no deja de acentuar con cada golpecito que da sobre la mesa. "Las mujeres son sus propias enemigas. Deben usar esa fuerza para cambiar su vida y no justificar contradicciones internas como el velo o el burka. Es la libertad de no ser libre". Haddad se toca el pelo y lo desposee de su aparente erotismo: "Es humillante también para el hombre, lo convierte en un animal incapaz de controlar sus instintos".
"No estamos asistiendo a un cambio que mejore la situación de las mujeres. Internet es rápido y eficiente pero superficial", argumenta sobre el papel que juegan las redes sociales. "La cultura, la educación y en especial la literatura pueden provocar el verdadero tsunami. Son una manera de independizarse, también económicamente". La esencia del libro está en su cubierta: un dibujo en espiral de la palabra libertad. "Si hay un título para mi vida es este".
La batalla culmina con la muerte de Sherezade y la resurrección del mito de Lilith, la primera mujer antes de Eva. "No tuvo que negociar con los hombres para conseguir lo que quería" y abandonó el paraíso para no someterse a la voluntad de Adán. "Lilith es la esencia de la identidad de la mujer. Somos fuertes pero debemos creerlo de verdad".
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