Poeta Julio Medina Gimenes

Poeta Julio Medina Gimenes
s no es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal.Juan Gelman

viernes, 15 de abril de 2011

Patricio Guzmán: “Se hacen mejores negocios cuando la memoria está resuelta” El realizador de documentales chileno presentó en el Bafici “Nostalgia de la luz”, su último filme ambientado en el desierto de Atacama, territorio donde –asegura– reside el pasado. Con más poesía y metáforas, mantiene su mirada crítica sobre Chile, los derechos humanos y la Justicia. “Cuando la memoria se restablece el país entero se dinamiza”, dice.

Quien haya visto La batalla de Chile, el documental del realizador chileno Patricio Guzmán que cuenta en tres partes y cuatro horas y media el golpe que derrocó a Salvador Allende en 1973, sabe que su cine está atravesado por el pasado y la memoria. Tras escapar al exilio con las latas de su película más famosa bajo el brazo y dejar una marca indeleble en el género documental, en Nostalgia de la luz, su filme más reciente, el motivo se repite. “Frente al futuro es el pasado el que nos habla”, asegura Guzmán en los pasillos del Bafici, donde se proyecta una selección de sus películas y se estrena la última. Tener conciencia histórica y memoria, sin embargo, no le quita intensidad a su presente. A los 69 años, dictó en Buenos Aires un seminario de cuatro días al que se inscribieron 180 personas, y además dio presente en el Talent Campus del festival.

El desierto de Atacama, la única mancha marrón que se ve desde el espacio y donde ya había estado filmando su documental sobre Allende, es el escenario elegido por Guzmán para hablar de la memoria hoy, un territorio donde conviven la astronomía, la arqueología, la geología y los derechos humanos. “El desierto es un lugar extraordinario: hay un rojo que parece Marte, montañas muy raras, cráteres y un silencio enorme; en la noche la Vía Láctea se ve toda, de horizonte a horizonte, cosa que no ocurre en ninguna otra parte. Y es tan fuerte que produces sombra sin Luna; te conecta con el cosmos: entiendes que la Tierra no está separada de la Vía Láctea sino que es nuestra gran casa”, describe fascinado.
 
-¿Dónde nace su interés en este territorio y en la astronomía?

-Yo quería hacer una película sobre el desierto porque me atraía de antes, pero allí hay muchas historias que son como columnas. Están los arqueólogos que buscan las momias, los astrónomos que buscan las estrellas que están a miles de kilómetros, los geólogos y las mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos. Crucé estas historias para construir una fábula en la que se hable de todo a la vez, y esto trajo como consecuencia una película filosófica, un ensayo reflexivo y poético.
 
-¿La encuentra muy diferente al resto de sus películas?

-En el cine documental es el tema lo que modifica a una película y no tanto el estilo del autor. Ciertos temas te permiten otro tipo de lenguaje. En el caso de Salvador Allende, la radiografía personal de un personaje político e histórico, hay momentos de emoción pero prima mucho la información; y en el caso de Nostalgia…, como es la descripción de un territorio del pasado, el desierto, tú puedes desarrollar más metáforas, con los observatorios, las momias, las mujeres que buscan…
 
-¿Cómo llegó a las historias de estas mujeres?

-Las mujeres existen desde hace mucho tiempo. En los años 80 en Calama, Iquique, Arica, en cada pueblo había un grupo de mujeres que buscaban los cientos de cuerpos que Pinochet escondió en el desierto. Ellas comenzaron por su cuenta, con los vecinos que les daban indicaciones muy imprecisas y luego los arqueólogos les explicaron cómo tenían que localizar un lugar: si en el terreno hay una pequeña hendidura, ahí hay que buscar; si hay una montañita, ése es un buen lugar; si tú excavas y a los 50 centímetros y hay roca, tienes que irte para otro lado porque ahí no hay nada… Y así fueron acercándose a los cuerpos. Entonces Pinochet hizo desaparecer por segunda vez los cuerpos, los tiró al mar o los puso en otras partes, pero las mujeres de Calama –las de mi película– acaban encontrando una fosa y una de ellas el pie de su hermano.
 
-¿Esta historia es conocida para los chilenos?

-Al principio salió en la prensa pero cinco años después, cuando pasó la moda, se quedaron solas nuevamente. Ningún político las acompaña, no hay ni un alcalde que las quiera ni un diputado que vaya a ver cómo va la cosa.

-Allí cerca quedaron atrapados los 33 mineros, que sí tuvieron difusión…

-Los mineros enterrados fue un espectáculo mediático, con el presidente de la República disfrazado de minero. Un abuso, porque ahí tendrían que haber estado los bomberos, el alcalde y las familias. Todo el mundo usufructuó de los mineros para aparecer en televisión. Habría que ver si les van a pagar indemnización, si en el futuro las minas van a estar más protegidas, quién fue el ministro de minería que autorizó que esa mina se abriera si no tenía un pozo de ventilación con escalones para subir. Se habló del milagro. Me alegro mucho que se hayan salvado pero los mineros chilenos siempre han estado completamente aislados y sin protección social.

-En este festival se está proyectando La batalla de Chile, un clásico de cine documental, ¿por qué cree que sigue vigente?
-Quizás porque está bien estructurada; porque le doy la palabra a los adversarios de Allende, lo que le da más credibilidad; y porque es la primera película que retrata día a día un proceso social en América latina. Eso no se había hecho antes, y quizás eso le haya dado tanta vida. Acaba de salir un DVD en Nueva York y sigue funcionando; hay DVDs en Bélgica, en Suiza, en Francia y en Chile. Cuando la hice creí que iba a ser una película muy aburrida, que no concernía más que a los chilenos, pero estaba demasiado cerca.

-¿Qué temas tendrían que ser retratados en Chile hoy como hizo entonces con el golpe?

-En el sur de Chile las mejores tierras están en manos de empresas que las usurparon a los indios, que han intentado durante siglos recuperarlas sin éxito. Por otra parte hay empresas pesqueras exterminando algunas especies, y en el norte un montón de minas de cobre han sido dadas en concesión a empresas extranjeras prácticamente como regalo porque no pagan impuestos. Por eso se dice que Chile es un paraíso para los inversionistas, porque pueden repatriar su capital, exprimir a la gente, no cumplen las condiciones ambientales. Un paraíso muy perjudicial para Chile. Todo eso hay que documentarlo.
 
-De tener esta película lista terminada, ¿dónde la pasarían?     

-No tendría mucho espacio, porque la televisión chilena le tiene horror los problemas: no se puede criticar a los próceres padres de la Patria, a la Iglesia, ni a los grandes empresarios. Está llena de censura. Los problemas duros de la sociedad como el aborto y el matrimonio homosexual no aparecen. Chile es un país que ha retrocedido mucho en la moral, se ha transformado en un país católico en el sentido negativo. Cuando yo era joven era un país abierto, libre, liberal.
 
-¿Y qué tan útiles pueden ser las nuevas tecnologías para el cine?

-El documental hoy día tiene mejores herramientas técnicas y más baratas. Las escuelas se han transformado en productoras donde cada alumno puede hacer su documental y eso está muy bien. Pero el problema es la difusión, qué haces con esa película. Además son películas que los jóvenes hacen gratuitamente, a pulso, es la auto-producción. ¿Y de qué puedes vivir? Ese es el problema. Las televisiones no pasan documentales, al menos en Chile.

-¿Y qué medios alternativos a la televisión encuentra más viables?
-Hay un montón de asociaciones culturales, de grupos de jóvenes que luchan porque la memoria se restablezca, porque la historia se organice, pero son un archipiélago. No reciben ayuda: pueden producir pero falta la distribución.
 
-También se proyecta La Cruz del Sur, una película de 1992, que habla de la unión de Latinoamérica pero a partir de la religión…

-Es la historia de América tomando como tema central la fe, desde los mitos precolombinos, la llegada al catolicismo, el sincretismo y la teología de la liberación. La religión es un bastión donde buscan refugio muchos pobres de América: es como una gran fortaleza que los protege.
 
-Pero también se habla de cómo las iglesias engañan y se aprovechan de las personas…

-El Papa Wojtyla saboteó a todos los teólogos de la liberación, que en Brasil eran una especie de sindicato que protegía a los pobres, les daba la confianza que Dios estaba con ellos en la vida cotidiana y no en el cielo. Era más anticomunista que católico y los echó a todos porque creyó que eran marxistas, y provocó una ola de sectas atroces norteamericanas –promotoras del egoísmo y el individualismo– que han fracturado la unidad indígena de centenares de miles de personas. Es un verdadero escándalo, y ahora lo van a canonizar, imagínate. La Cruz del Sur trata un poco de eso.
 
-La palabra memoria remite mucho a derechos humanos, ¿cómo cree que Chile ha tratado este tema?

-En Chile hay un 40 por ciento de casos de derechos humanos resueltos, y no se deben a los diputados y senadores sino a los familiares de las víctimas, a los jueces honestos y a los periodistas: ellos hicieron presión. Falta el 60 por ciento… Te diría que llegar al 100 es muy difícil, pero por lo menos llegar al 80 por ciento: por qué el Ejército sigue defendiendo a un grupo de torturadores que no deben ser más de 300 personas, ese falso espíritu de cuerpo. Deberían limpiar. ¿Y tú sabes que en Chile nadie sabe qué estudian las Fuerzas Armadas? Ni el Ejecutivo, ni el Legislativo ni el Judicial saben qué textos escolares utilizan en las escuelas de armas. Durante 30 años han recibido el 10 por ciento del dinero del cobre, es decir que han tenido recursos para construir un ejército democrático, moderno y republicano y no sabemos si lo han hecho. No se trata de ajustar cuentas y decir tú fuiste culpable. No se trata de dividir pero sí de hacer justicia. Mire esas mujeres que tienen que hacer el duelo con el pie de un familiar…

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