“Menos mal que me llamás vos y que no es un llamado 'laboral'. Lo tengo a Llinás quemándome la cabeza. Me dice 'Tenemos que empezar con lo que quedó pendiente antes del BAFICI'. Y yo le digo 'Mariano, hace menos de una semana que terminó el festival'”. Así arranca el diálogo con Laura Citarella, directora de Ostende, una de las cabezas visibles tras la productora El Pampero (de la que es parte junto con Mariano Llinás, Agustín Mendilaharzu y Alejo Moguillansky y, como si esto fuera poco, cantaurora platense. Ostende es su primer largometraje: la historia de una chica que gana en un concurso de un programa de radio una estadía para dos personas en un hotel en la Costa Atlántica. Llega al lugar un par de días antes que su novio, y empieza a observar la curiosa relación de un hombre mayor con dos chicas jóvenes, una rubia y una morocha. Y, al mismo tiempo, se hace amiga del mozo de un bar costero. Paisajes ventosos, una fotografía notable, silencios que desembocan en diálogos muchas veces desopilantes y un final que no deja indiferente a nadie, sea a favor o en contra.
-¿Cómo surge la idea de que la película transcurra en el Viejo Hotel Ostende?
-Hay una relación de amor que tengo de años con el hotel, que viene de la época en que Llinás filmó algunas escenas de Balnearios que transcurren ahí. Y aparte es un lugar que está muy ligado al arte: allí pararon Antoine de Saint Exupery y Silvina Ocampo con Bioy Casares, que escribieron Los que aman odian. Es un lugar que siempre se propone apoyar proyectos artísticos. Yo tenía ganas de salir a filmar y a dirigir, y empezamos a charlar con Mariano y a pensar alguna locación que nos sirva para facilitar la producción: encerrarnos en un lugar una semana y tener el control total de ese lugar. Y ahí se nos ocurrió lo de Ostende. Y a partir de esa decisión el guión se armó en función al lugar: me fui y me encerré unos días en el hotel, que está cerrado fuera de temporada. Fue en el momento que se murió Kirchner: estábamos sólo el sereno, que es un señor de unos setenta años y yo, que escribía. Había una sensación de tristeza total. Lo primero que se construyó fue el espacio: la idea de que la protagonista se debe mudar de habitación cuando llegara su novio, esa cosa burocrática del check-in.
-¿Y en función a los protagonistas, ya estaban definidos?
-Sí, yo quería filmar con Laura Paredes, con Julián Tello, con mi papá, pero al tener claro el lugar eso fue mucho más fácil.
-La película refleja muy bien el ámbito de la Costa Atlántica fuera de temporada y también, para todos quienes se hayan ido de vacaciones alguna vez solos, un inevitable espíritu de voyeur. ¿Qué pensás al respecto?
-Mi papá cuando terminó de ver la película me dijo: “La clave de la historia es el aburrimiento”. Y después, charlando con críticos y espectadores que analizaron la película con profundidad, me decían que es una película con exceso de observación. Y ese exceso de observación conlleva a una energía que a veces es sexual, y que se relaciona con eso de voyeur. Ambas lecturas me parecen correctas. En cuanto a lo del sexo lo veo acá como una cosa de energía, no como en una película de Ana Katz en la que un personaje se masturba y se muestra eso. También intenté que haya una idea de cotidianidad.
-¿Qué quisiste decir al personificar al novio de la protagonista como un empleado del INCAA?
-Es una broma y nada más. Sí quise escapar del cliché arty: no quería que fuera un director de fotografía, por ejemplo. Al retratarlo así pude salir de la solemnidad y también destacar que en el INCAA hay muy buena gente, laburantes.
-Siendo, además, cantautora, ¿no estuviste tentada de ponerle vos música a la película? No una canción, ya que la película no necesita instantes cantados, sino un leiv motiv tuyo con la guitarra, por ejemplo.
-No, porque hubiera sido una suerte de intervención forzada. Me parecía que meterme en eso era excesivo. Aparte, en un punto al dirigir necesité desligar una responsabilidad así. Tenía que tener mi foco de concentración en mil cosas, y la música hubiera sido un agobio.
-El final de la película tiene varias lecturas, algunas polémicas. ¿Qué devolución tuviste en ese aspecto?
Quise mostrar una idea muy personal: por más que uno no esté en un lugar al que como en este caso alguien va de vacaciones o de visita, las cosas cuando se abandona ese lugar siguen pasando. Hay un cambio de narración hasta llegar a una especie de despojo total, una muerte de una forma para pasar a otra. Por un lado hay una resolución formal de la película, por otro lado está el tema del espacio, un lugar que está muy trabajado. Las vacaciones de la protagonista estuvieron ligadas a elaborar una teoría bizarra de algo que cuando ella deja ese lugar continuó. Lo importante es que ella se vuelve a su casa y en ese lugar la vida sigue. Y desde la manera en la que se cuenta todo hay algo clave: no hay voz en off. Hay películas en las que estuve involucrada como Historias extraordinarias o Castro en las que la voz en off es la narración de todo. Los mismos personajes se hacen cargo de decir lo que piensan o lo que ocurre. En este caso la película no pedía voces en off.
-¿Que planes tenés para el estreno de Ostende?
-La idea es estrenar a mediados de año, vamos a ver bien dónde, porque la película fue creciendo con las tres proyecciones y con lo que me fue diciendo la gente que la vio. Para mí eso fue muy gratificante. El cine Cosmos creo que es la mejor opción, ya que es una sala pequeña y esta es una película chiquita.
Y el corazón y el cálculo y la brújula, fracasando los tres. No hay quien te acierte. No verte.Gerardo Diego
Poeta Julio Medina Gimenes
domingo, 24 de abril de 2011
Laura Citarella: “El exceso de observación conlleva una energía sexual” También cantautora, Laura Citarella presentó en la última edición del Bafici Ostende, su ópera prima filmada íntegramente en ese balneario de la Costa Atlántica. “La clave es el aburrimiento”, confiesa que dijo su padre –actor – de esta “película chiquita”.
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