Poeta Julio Medina Gimenes

Poeta Julio Medina Gimenes
s no es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal.Juan Gelman

lunes, 17 de octubre de 2011

Lo mejor de la fotografía argentina entre consagrados y olvidados La flamante colección Rabobank reúne algunas de las mejores piezas de la historia de la fotografía argentina. Entre ellas se rescata a cuatro olvidados: a los alemanes Hans Mann, Walter Roil, Werner Schumacher, Gustavo Thorlichen y al argentino


Cuatro alemanes y un argentino. Son cinco fotógrafos olvidados por el tiempo, los medios, la crítica y sus propios colegas. Son los autores de algunas de las mejores fotos de la historia fotográfica argentina, al menos de la que se rescata en la flamante y ambiciosa colección Rabobank que hasta principios de octubre en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. La colección acaba de publicarse en el libro Fotografía argentina. Colección Rabobank y puede conseguirse en Proa, Malba y la librería Norte.
Ahí está entonces el retrato de un toba un miembro de la comunidad Qom en Chaco. La foto del alemán Hans Mann es de 1937, pero podría haber sido tomada la semana pasada. Su compatriota, Werner Schumacher, en 1950 retrató el Ministerio de Guerra, que hasta hacía pocos años había ocupado Juan Domingo Perón. Puerto Deseado en 1937, detrás del prisma de otro fotógrafo perdido y alemán Walter Roil. “Esas es mi preferida”, decía Gustavo Correa director del banco holandés en la Argentina y coleccionista y mecenas de numerosos artistas. Ahí cerca nomás están las tres fotos figurativas y casi abstractas de Ricardo Sansó, el único argentino del grupo. “Fue una sorpresa, no lo conocía en absoluto”, dice el fotógrafo y curador Facundo de Zuviría. 
El quinteto de olvidados lo completa el más famoso y también alemán Gustavo Thorlichen. Ernesto “Che Guevara”, que se topó con él en Bolivia en 1953 quedó fascinado por su arte. Victoria Ocampo lo contrataría más tarde para retratar San Isidro y juzgaría como excelentes sus imágenes. Jorge Luis Borges prologó en 1948 su libro-álbum fotográfico La República Argentina. “Lo pintoresco es la excepción en este país y no lo sentimos como argentino. De ahí lo difícil de apresar en una limitada serie de imágenes estas realidades hurañas y casi abstractas, de ahí lo singular de la proeza que ha efectuado Thorlichen, con lucidez, pasión y felicidad”, escribió Borges cuando todavía podía apreciar una imagen con sus ojos.
Pero por supuesto: entre estas más de 200 fotografías de 49 artistas recopiladas durante dos y años y medio por dos fotógrafos de excepción, como la holandesa Marjan Groothuis y el mencionado Zuruvía hay obra de grandes maestros de la fotografía como Grete Stern y Horacio Coppola, que inauguró su técnica con leicas que después proseguiría hasta la extinción de esas cámaras Dani Yako.
No hay sólo un criterio estético en esta selección de imágenes. Existe también una voluntad de retratar tópicos del país y de la argentinidad. Por eso además de la ciudad en contraposición a los paisajes rurales y tan variados como la paleta de colores que reflejan. Sobresalen además temas tan amplios como la carne –con la imperdible “matadero”, de Paula Luttringer. Hay por supuesto retratos de iconos populares desde el Charly García con camisa multicolor de Alejandro Kuropatwa, hasta el Cortázar fumador y los ojos de  María Elena Walsh de Sara Facio.
Hay emociones en los abrazos Adriana Lestido, un poco de vergüenza ajena en los veraneantes de Alberto Goldenstein y esas panorámicas con cuentos propios de Pastorino, que para conseguirlas fabrica sus propios lentes.
La mayoría son copias vintage, de época, y no faltan de los “nuevos” valores como Res y Juan Travnik. Hay algunas copias digitales de fotografía analógica, pero no se aprecia la victoria arrasadora del formato digital en la última década. “Hace cinco años yo juraba que nunca haría una foto digital y ahora es lo único que hago”, reconoce Zuruvía con ironía. Ahora intentan completar la colección con algunas fotografías más de Lestido y conseguir instantáneas de otro alemán viajero: Herbert Kirchhoff.
Todas las imágenes de la colección, tan distintas y de diferentes épocas, rescatan como afirman los curadores “la mirada del  fotógrafo”. Borges lo explica mejor y con más poesía en el mencionado prólogo. “Si el ojo es una suerte de cámara, ésta es inversamente una suerte de ojo y es irrazonable negarle participación en tareas estéticas. La cámara ve un poco más que el hombre que la maneja, detrás de una unción estética hay siempre una función documental. Quién abomina de la máquina debería también abominar del cuerpo del hombre”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario