Este lunes se inicia el mes del Ramadán, en el que los musulmanes tienen prohibido comer, beber y mantener relaciones sexuales desde el alba hasta el anochecer. Se estima que cerca de un millón y medio de fieles viven en España -en la Comunidad de Madrid hay unos 150.000, según el centro islámico de la región-, y muchos de ellos practicarán el ayuno en estas fechas. Al ser su calendario lunar, esta celebración cambia de fecha cada año, adelantándose unos días: si en 2010 comenzó el 12 de agosto, ahora lo hace al inicio de este mes tan caluroso. ¿Cómo cambian las costumbres de quienes no pueden ni beber agua mientras los termómetros marcan 40 grados?
"Algunas veces, pueden darse problemas en el trabajo", afirma Sofiyan Imbrani, marroquí de 31 años que trabaja como vendedor ambulante. "Mi jefe, español, es muy comprensivo, y durante el Ramadán incluso me dice que no trabaje demasiado", dice, "pero a un compañero, albañil, su patrón no le dejaba salir a la hora de la puesta de sol ni haciendo horas extras, por lo que tuvo que dejar el trabajo y buscar otro". Lo tiene más sencillo quien regenta su propio negocio, como Bin Abdillah, de 44 años y también procedente del país vecino: "cuando llega la noche, cierro mi carnicería y puedo irme a romper el ayuno tranquilamente". Este comerciante explica que en los tres últimos días de este mes "se compra más carne", aunque asegura que no puede subir los precios "por la crisis". Abdel Rahim (45 años) admite, por su parte, que durante estas fechas abre su negocio "una o dos horas más tarde" y cierra al anochecer. "Suben las ventas de algunos productos, como fruta y alimentos para elaborar productos típicos", señala el magrebí.
¿Y es más duro en verano? "Seguir el Ramadán en agosto es más difícil, porque hay muchas más horas de sol que en invierno, y tienes que estar todo ese tiempo sin comer ni beber", cuenta otro marroquí Achraf el Hadri, de 27 años y estudiante de Química en la Universidad Complutense. "Sin embargo", continúa, "estamos acostumbrados a hacerlo desde pequeños, desde los 12 o 13 años, por lo que al final se hace llevadero". Lo mismo opina su compatriota Abdel Rahim, de 25 años, que trabaja en un hotel: "por supuesto que se hace más duro, por el calor, pero es un mes muy importante, porque fue el tiempo en el que el Corán descendió hasta el Profeta, por lo que aprovechamos para limpiar nuestros pecados y ayudar a la gente".
Coincide Laure Rodríguez Quiroga, española de 36 años y presidenta de la Unión de Mujeres Musulmanas de España. "Ayunar durante este mes es durísimo", admite, "es uno de los meses más cálidos de todo el año y el calor te da más sensación de sed". En cualquier caso, están exentos de practicar el ayuno los enfermos graves, los niños, las mujeres embarazadas o durante la menstruación, y en general quienes no puedan aguantarlo. Además, hay licencia para los viajeros y quienes realicen un esfuerzo físico intenso, y se puede recuperar con otros días de ayuno durante el resto del año.
Mahbud Rahman, bangladesí de 48 años y propietario de un comercio de alimentación en el madrileño barrio de Lavapiés, comenta que el horario de su tienda no cambia pese al Ramadán. "Lo que sí que se nota es que suben un poco las ventas y que la gente va más a la mezquita", como la situada a unos cien metros de su establecimiento. Lo confirma Riay Tatary, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España e imam de la Mezquita Central de Madrid, en el barrio de Tetuán. "En estas fechas siempre viene más gente, muchos a rezar y leer el Corán y, quienes no tienen familia, se acercan para romper el ayuno", señala este sirio de 63 años. Dentro de un mes, la fiesta de 'Aid al Fitr' terminará con este periodo y con la abstinencia durante las horas de sol. Y ya habrá que pensar en cómo será el Ramadán en pleno julio.
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