Los estudiantes chilenos, movilizados desde mayo en demanda de una mejor educación, coparon hoy las marchas organizadas por la principal multisindical del país, en la segunda y última jornada del paro nacional convocado por una reforma política y económica.
Según datos policiales, las marchas congregaron en Santiago entre 70.000 y 80.000 personas en total, cifra que no supera las manifestaciones que han venido convocando desde hace tres meses los estudiantes universitarios y secundarios en el marco de sus propias movilizaciones. En diversas capitales de regiones, como Antofagasta, Copiapó, La Serena, Valparaíso, Concepción, Chillán, Temuco, Valdivia, Osorno y Puerto Montt, las manifestaciones congregaron en total a otras cien mil personas, según fuentes policiales y sociales, también con una presencia predominante de jóvenes.
El panorama llevó al portavoz de la Moneda, Andrés Chadwick, a afirmar que la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) «se apoya en el movimiento estudiantil», pues su capacidad de movilización es casi nula, sobre la base de que las actividades en el sector industrial, el comercio y otras áreas productivas han sido prácticamente normales, según dijo. En el sector público, según la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, la adhesión al paro llegó hoy sólo al 9,1 por ciento de los funcionarios. «Más del 90 por ciento de los funcionarios públicos han concurrido normalmente a sus trabajos», aseguró Matthei, mientras que la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) cifró en un 80 por ciento el seguimiento de la convocatoria de huelga.
«Es fácil llamar a paro cuando son otros los que sufren», aseveró Matthei, que agradeció «especialmente» a los gremios de transportes y de salud no haber impedido el funcionamiento de estos servicios.En tanto, el presidente de la CUT, Arturo Martínez, replicó al Gobierno que no podía dar una cantidad de los asistentes a las marchas. «No los podemos contar. Lo importante es saber y constatar que las calles de Santiago están llenas. Tenemos un pueblo que está diciendo algo, que hay que escuchar», sostuvo Martínez, quien recordó que la CUT convocó a este paro el pasado 1 de mayo, en alusión a que las movilizaciones estudiantiles fueron posteriores.
Carros alegóricos, comparsas de bailarines y otras muestras similares matizaron la manifestación, que en algunas calles fue saludada por los habitantes de edificios con lluvias de papel picado. Un hecho nuevo fue que los propios manifestantes repelieron, a veces con intercambio de golpes, a grupos de encapuchados que buscaban provocar enfrentamientos con la policía, obligándolos en varios casos a escapar sin haber logrado sus propósitos.
En una céntrica avenida de Santiago, un grupo de manifestantes hizo una cadena humana con los brazos arriba para evitar que piedras y limones lanzados por encapuchados contra los carabineros hicieran blanco. La acción fue agradecida por los uniformados a través del altavoz de uno de sus vehículos, por el que también pedían disolverse a los grupos más agresivos. La tranquilidad que rodeó las manifestaciones contrastó con la violencia que se apoderó de varios sectores de Santiago durante la noche del miércoles y la madrugada del jueves, que dejaron seis carabineros heridos de bala, 108 detenidos, comercios saqueados y unos 60.000 hogares sin electricidad, según el gobierno y la policía.
El subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, precisó que 71 personas fueron detenidas en Santiago y 37 en regiones, la mayoría por desórdenes pero también por saqueos, robos y atentados incendiarios, entre otros delitos. Los detenidos en la madrugada se sumaron a otros 348 arrestados el miércoles, cuando comenzó el paro de la CUT, que recibió el apoyo de unas 80 organizaciones gremiales, sociales, estudiantiles y políticas, en torno a una amplia gama de demandas que abarcaron desde reformas constitucionales a subidas de impuestos para las empresas y una nueva nacionalización del cobre.
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