"Mi madre nunca hubiera podido elegir entre literatura o enseñanza". Desde luego, eran dos pasiones inseparables para la escritora y pedagoga Josefina Aldecoa, fallecida en marzo a los 85 años. Su hija Susana lo atribuía ayer a una "profunda implicación en el compromiso, ese que falta en generaciones posteriores". En recuerdo del enorme e inolvidable legado que dejó a su muerte, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) quiso rendir ayer homenaje a una de las mayores defensoras de la enseñanza laica centrada en el desarrollo personal y el pensamiento crítico.
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"Enseñar a pensar", en palabras de Emiliano Martínez, presidente del Grupo Santillana y amigo de la familia, fue uno de los pilares sobre los que Aldecoa levantó una escuela "diferente" en Madrid, el colegio Estilo, fundado en el franquismo de 1959 y que recogió la herencia de la Institución Libre de Enseñanza. "Mi madre siempre pensó que la gran medida de un país es la educación", dijo.
Susana se pondrá al frente de la dirección de la escuela desde el próximo curso. Insistirá en la idea de combinar las asignaturas obligatorias, como lengua o matemáticas, con las artísticas. "Es importante acercar al niño el mundo superior".
De su vertiente literaria, el presidente del Grupo Santillana afirmó que "construyó una obra de interés, sostenida a lo largo de toda su vida, y que fue iniciada cuando pocas mujeres alcanzaban el reconocimiento, en un mundo sobre todo de hombres" durante el franquismo.
Susana Aldecoa eligió palabras como "justa, ética y rigurosa" para referirse a su madre, de quien destacó "su capacidad de trabajo y autodisciplina, que fueron impresionantes hasta sus últimos días". Durante el acto leyó unas emocionantes palabras en recuerdo de la fallecida.
La escritora Carme Riera se refirió a Josefina como "una de las personas más elegantes, y no solo por fuera sino en el interior", tras comentar algunos momentos de la vida de la escritora que iban acompañados de una proyección de imágenes, la mayoría en blanco y negro, en las que aparecía la escritora junto a sus compañeros de facultad, con algunas promociones del colegio Estilo o junto a su marido, el también escritor Ignacio Aldecoa.
La lectura de un fragmento de su primera obra La enredadera, "la que más quería", le sirvió a la escritora Soledad Puértolas para destacar una cuestión siempre presente en su obra: "La dificultad de acceder al fondo de las personas".
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