Pues sí, uno de los tipos que con más ardor guerrero durante décadas (desde 1938) ha sobrevolado el planeta, todo él de amor patrio henchido el corazón, ha roto su pasaporte. O se ha dado un mal golpe en algún aterrizaje forzoso o se ha pasado (habría que decir superpasado, ¿no creen?) con la kriptonita. El hombre de la capa, el superhéroe de los superhéroes, jubilado y muerto ya el Capitán América, el mismísimo Supermán ha anunciado en su última aventura, la 900, publicada el pasado miércoles, que renuncia a la ciudadanía norteamericana. «Quiero hablar en las Naciones Unidas mañana e informarles de que renuncio a mi ciudadanía estadounidense. Estoy cansado de que mis acciones se interpreten como instrumentos de la política de los Estados Unidos», aseguró el superhéroe volador tras ser recriminado por asistir en el tebeo a una manifestación en Irán contra el dirigente Mahmud Ahmadineyad, según informa Efe.
Las reacciones no se han hecho esperar. Sarah Palin ha convocado una reunión de urgencia del Tea Party, y el Presidente Barack Obama ha llamado por el teléfono rojo (el de las urgencias) a Hillary Clinton para que intente convencer al héroe de que medite mejor su decisión. En las cancillerías de medio mundo se les hace la boca agua pensando que
Supermán pida asilo político, y Fidel Castro ha sugerido que si se deja la barba y cambia la capa por un uniforme verdeoliva, Superman puede contar con todo su apoyo.«Lo que quiera», ha dicho Fidel. «Ah, y los mojitos corren de mi cuenta».
Sin embargo, medios conservadores norteamericanos no se lo toman con tan buen humor, se rasgan las vestiduras y no quieren hacer de su capa un sayo. Así, «The Weekly Standard» ha calificado la decisión como «la mayor tontería que DC Comics (editora del tebeo) podía hacer, porque lo único realmente interesante del personaje es su devoción completa a los Estados Unidos, que establece sus límites morales». En Internet el asunto echa chispas, y la indignación es similar a la que se habría dado si en su día John Wayne hubiera anunciado que se pasaba al KGB.
Que se vaya a China
«Otro símbolo de la fuerza y la libertad norteamericanas cae ante la corrección política», es uno de los comentarios más extendidos. En otros, se invita a la editorial a DC Comics a mudarse a China a ver si allí no le dejan decir ni pío, y hubo hasta algún maledicente que vaticina que a Supermán lo único que le queda es convertirse en inmigrante ilegal y apañárselas ante la Policía de Fronteras.
Angie Meyer, publicista de Hollywood y ferviente activista republicana, en declaraciones a la cadena Fox, ha destacado que la decisión y las palabras del superhéroe «son, además de una falta de patriotismo y respeto, una inquietante metáfora del actual estatus económico y de poder que tiene nuestro país en el mundo».
Por su parte, la editorial DC Comics asegura que Supermán será a partir de ahora un héroe globalizado y «que continuará su batalla interminable contra el mal, aunque siempre vaya a estar comprometido con su hogar adoptivo y sus raíces de niño de granja en Kansas».
Finalmente, medios cercanos al mundo del cine, como The Hollywood Reporter, creen que detrás de la declaración de intenciones de Supermán se encuentra la voluntad de la editorial y de los estudios cinematográficos para consolidar al Hombre de Acero como un personaje más allá de las fronteras y las nacionalidades, de manera que atraiga a un mayor número de audiencia y de taquilla en todo el mundo. Como destaca Efe, «resulta significativo que el autor de la historia del número 900 de Supermán y el guionista de la nueva película del héroe («Man of Steel») que se va a empezar a rodar este verano sea la misma persona, David S. Goyer. Aquí todo el mundo cambia de chaqueta (o de capa). Ya no se puede uno fiar ni de los superhéroes. Ven, Capitán Trueno, haz que gane el bueno.
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