Poeta Julio Medina Gimenes

Poeta Julio Medina Gimenes
s no es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal.Juan Gelman

sábado, 28 de mayo de 2011

CULTURA «Soy un terrorista poético, busco que la gente piense y discuta» Su «Piedad» esquelética calienta la Bienal de Venecia y su obra «Preparatio Mortis» se estrena el 3 de junio en el Festival de Otoño en Primavera


Demagogo libertario», «artista de lo extremo» y «maestro de la provocación» son algunos de los calificativos cosechados por el artista multidisciplinario Jan Fabre (Amberes, 1958) durante sus 30 años de carrera. Protagonista de la «nueva ola» de artistas flamencos de la década de los ochenta, Fabre puede presumir de una trayectoria plagada de polémicas en sus facetas como artista, dramaturgo, director de escena, coreógrafo y diseñador. Y siempre entre el beneplácito de las grandes instituciones culturales, la queja de la crítica y el asombro del público.
Con gran sentido de la oportunidad, el artista belga aprovechará la 54 edición de la Bienal de Arte de Venecia para presentar su «Sueño Compasivo. Piedad V», una escultura que interpreta la famosa «Piedad» de Miguel Ángel en clave mortuoria. La Virgen María es representada con el rostro de la muerte, una de las obsesiones de su autor. «Trae a escena los verdaderos sentimientos de una madre que querría cambiarse por su hijo muerto», anticiparon Fabre y su equipo ante las primeras acusaciones de blasfemia que se escucharon en Italia. Simultáneamente, estrena en Madrid su coreografía «Preparatio Mortis», una pieza dedicada a uno de los grandes tabúes de nuestro tiempo: el declive del cuerpo humano.
—¿Qué nos puede adelantar sobre la obra que presentará en Madrid?
—Imagine un escenario lleno de flores, una danza del sacrificio y una mujer que vuelve a la vida. Es una «performance» sobre el estado «post mortem».
—¿Por qué la muerte es un tabú?
—Porque vivimos en una sociedad en la que tenemos que ser jóvenes, dinámicos y productivos. Y la muerte se encuentra precisamente en las antípodas de ese «proyecto» de existencia. Recuerdo que cuando era un niño y murió mi abuela, su cuerpo fue velado durante una semana en una habitación hermosa. Venían amigos de todas partes a despedirse de ella. Es una costumbre que hemos perdido en nuestra sociedad. De hecho, ahora eso es visto como algo negativo.
—Entonces, ¿cree que la cultura de mercado tiene algo que ver en nuestro miedo a la muerte?
—Precisamente. Tenemos que ser jóvenes y saludables para seguir produciendo. Y la muerte no es muy buena para el negocio.
—El estado «post mortem» está siempre presente en su obra. ¿Cree en la vida después de la muerte?
—No. Pero cuando sales de un coma cada movimiento es como un «happening» en sí mismo. Cuando regresas de la muerte, cada respiración se convierte en un hecho fundamental de la vida. Por eso me interesa el estado «post mortem». Estuve dos veces en coma y cuando volví me di cuenta de que vivimos de un tiempo prestado.
—Sus obras crean controversia. ¿Le importan las críticas?
—Mi obra causó polémica en el Festival de Teatro de Aviñón porque la burguesía francesa no se esperaba lo que yo tenía para ofrecerles. Para mí, un artista real tiene que ser surreal, tiene que construir su propio mundo y no el que esperan otros.
—La escultura que presenta en Venecia ya está causando polémica. ¿Cómo espera que la reciba el gran público?
—No lo sé. Algunos coleccionistas de arte la han visto y han llegado a llorar.
—¿Le molestaría que la consideren una simple provocación?
—No. Pero la escultura no busca provocar o herir. Es un homenaje a Miguel Ángel, el arte italiano y la tradición escultórica.
—¿Y cómo fue el proceso de creación de la pieza?
—Me llevó dos años. Utilicé mármol de Carrara de las mismas canteras que utilizó Miguel Ángel, ese mármol tan blanco que se parece a la leche materna. La plataforma sobre la que se sostiene la escultura es de oro de 24 kilates. En la tradición pictórica, el oro representa los valores espirituales más elevados.
—¿Por qué se siente tan atraído por la muerte?
—Porque soy un artista flamenco. Cuando ves la pintura de Van Eyck, Rubens y El Bosco puedes apreciar todos esos esqueletos, tan encantadores. Mire la pintura de Rubens, la muerte siempre está junto a la vida. Mi inspiración viene de los grandes maestros. Y como le comenté, estuve dos veces en coma y la idea de la muerte siempre me acecha.
—Alguna vez dijo que se considera un «terrorista poético». ¿Qué quiso decir?
—En 1978 presenté una obra llamada «Only Acts of Political Terrorism» (Solo actos de terrorismo político) y de allí tomé el concepto. Creo en el terrorismo poético porque es importante aterrorizar a nuestras mentes, a nuestros pensamientos. Solo así podemos avanzar. Lo llamo poético porque no creo en el terrorismo real, en el que mata a las personas. El terrorismo poético hace que la gente piense, que discuta y que asuma su cuerpo y su mente. La belleza no solo está vinculada a la estética, sino también a la ética, y mi trabajo aborda ambas.
—Hace teatro, esculturas, instalaciones... soportes tan distintos. ¿Qué tienen en común?
—El cuerpo humano es mi objeto de investigación, su metamorfosis, la transformación de la materia. Eso es todo lo que me importa.

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