El escritor Stéphane Hessel, cuyo alegato contra la indiferencia ha servido de inspiración a miles de «indignados», proclama ahora la necesidad de comprometerse, a través de una conversación con el escritor y activista social Gilles Vanderpooten que se publica este martes bajo el nombre de «¡Comprometeos! No basta con indignarse»(Destino).
«Comprometerse significa abrirse al mundo que nos rodea. Supone decidir, contra el determinismo histórico, que existe algo que inventar.Es lo contrario del derrotismo y de la resignación» asegura el intelectual francés en su libro. Hessel -autor del libro más vendido el pasado Sant Jordi, «¡Indignaos!» (Destino), y que a día de hoy lidera la lista de libros de no ficción más vendidos en España- aboga en esta ocasión por la movilización para conseguir, no el mejor de los mundos, sino un mundo viable, y anima a los jóvenes a resistir ante las «cosas escandalosas» que pasan en las sociedades contemporáneas.
Hessel y Vanderpooten critican, asimismo, las desigualdades sociales, la yuxtaposición de la extrema riqueza y la extrema pobreza, la falta de control del sistema económico, el aumento de la distancia entre los países ricos y los del tercer mundo, la injusticia social, y la violencia no reprimida en Darfur, Palestina y algunas regiones de África y Oriente Medio.
Hacia un enriquecimiento cultural
Para conseguir pasar de la reflexión al compromiso práctico, el escritor francés aconseja alejarse del pensamiento productivista basado en el «cada vez más» y acercarse a un enriquecimiento cultural, espiritual y ético. «Hay que cuidar que lo local y lo global estén en equilibrio. La visión del mundo de mañana como un mundo más justo, más sabio, no pude ser sino global. Ahora bien, la realización y la acción que contribuyan a un mundo semejante sólo pueden ser locales», apunta.
Pese a lo negativo de la situación que describe -especialmente en los campos de la ecología, el sistema capitalista y la globalización-, Hessel se muestra seguro de que aún estamos a tiempo de cambiar las cosas, por lo que aconseja luchar contra la desesperanza y crear un Consejo de Seguridad Económica y Mundial, formado por los 20 o 30 Estados «más responsables», con el objetivo de instaurar una estrategia mundial que afronte los grandes retos en los campos de la economía, el comercio, el trabajo y la salud.
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