Revista Ñ
Pocas veces la economía argentina ha sido materia de una exposición para el público masivo pero además, en el imaginario popular, se trata de una ciencia rodeada de un hermetismo y con una jerga particular que se vuelve inaccesible al ciudadano común. Para derribar este mito, la Casa Nacional del Bicentenario inauguró “Economía y política. 200 años de historia”, una exposición organizada por la Secretaria de Cultura de la Nación que recorre los diferentes modelos económicos que atravesó la Argentina en los últimos dos siglos.
¿Cuál fue el itinerario de la economía argentina desde 1810 hasta la actualidad? ¿Qué debates fueron abordados en cada uno de esos períodos? La muestra que se expande a lo largo de tres mil metros cuadrados y cinco plantas del centenario edificio de Riobamba 985 desarrolla los principales sucesos económicos que ocurrieron en el país, a través de documentos, piezas históricas, material audiovisual y obras de artistas como Antonio Berni, Liliana Maresca, León Ferrari o Marcos López, al servicio del relato histórico.
El resultado es fruto de un trabajo de investigación de más de un año llevado a cabo con el asesoramiento, la selección de contenidos y el guión expositivo del economista Mario Rapoport, el periodista Alfredo Zaiat y el escritor Julio Fernández Baraibar.
“Elegimos unos 30 temas de la historia económica argentina y escribimos más de 300 páginas, donde desarrollamos desde los grandes modelos hasta los fenómenos inflacionarios o los sistemas monetarios y fiscales, y luego buscamos explicaciones que los vinculen”, ejemplificó Rapoport.
“Los gobiernos y las políticas económicas estuvieron siempre ligados a grandes dilemas –especificó en el texto curatorial–. El crecimiento, la inflación, el comercio exterior, el mercado interno, las crisis cíclicas, los movimientos sociales, la distribución de los ingresos y los niveles de vida dependieron de una sociedad envuelta en tendencias y modelos cruzados y contradictorios.” Fernández Baraibar puntualizó que se propusieron informar sobre “la existencia en la Argentina, incluso antes de 1810, de dos visiones de país en pugna, que corresponden a su vez a dos sectores sociales distintos y enfrentados: un país autocentrado, industrial e integrado, y un país exportador de materias primas e importador de manufacturas industriales con eje en el puerto de Buenos Aires”.
La muestra, a juicio de Rapaport, “desarrolla de manera bastante objetiva los pensamientos fundamentales que atravesaron la historia económica, desde posiciones a veces totalmente contrapuestas, grandes debates que hubo en la Argentina como proteccionismo/librecambismo o agro/industria, pero por supuesto –advirtió el economista– se puede no estar de acuerdo. Queremos que la gente pueda razonar y pensar qué país tuvimos, qué país tenemos y qué país queremos tener”.
El modelo agroexportador –preponderante hasta 1929– traza el relato de su base económica en la propiedad latifundista de la tierra, su base política en el debate liberalismo/proteccionismo, sus bases sociales en la conformación de una elite dominante y un proletariado inmigrante y su base ideológica en el antagonismo civilización/barbarie.
El modelo industrial –desplegado en otra de las salas– que comenzó como respuesta a la crisis de 1929 y que se intensificó con los gobiernos peronistas y desarrollistas hasta la dictadura de 1976 destaca el rol del Estado. Aquí resalta además una instalación con productos emblemáticos de la época de oro de la industria nacional y un apartado dedicado al Cordobazo, la Semana Trágica y otros movimientos obreros, en la mirada de artistas como Juan Carlos Castagnino o Ricardo Carpani.
“Las diferentes crisis que sufrió el país –analizó Rapoport– estuvieron siempre muy ligadas a la dependencia de la Argentina a lo que ocurría en el exterior. En 1880, cuando la Argentina estuvo sujeta a la división del trabajo impuesta por Inglaterra, padeció muchas crisis de endeudamiento. La entrada de ideas neoliberales a partir de 1976 marcó inmediatamente una decadencia de la economía, ideas que trataban de imponer los Chicago Boys, primero a través de Martínez de Hoz y después, a través de Domingo Cavallo. Durante toda la dictadura militar el crecimiento fue cero y la inflación superó del 100 al 300 por ciento. En toda la época del ‘Menemato’ hasta la Alianza también el crecimiento fue cero. A partir de 2001, si bien no hubo proceso inflacionario sino deflación, la desocupación llegó a más del 20 por ciento, algo inédito ya que nunca antes había superado el 6%. Estas ideas que venían de la globalización influyeron en la Argentina y ayudaron a provocar las crisis.” Corralito, piquetes, cacerolazos y fábricas recuperadas son algunos de los fenómenos abordados en la sala dedicada al 2001, como consecuencia del impacto económico, social y político de la recesión de fines de los 90, y el recorrido por la exposición finaliza con la economía argentina a partir de 2003 como “un período de desafío a los postulados de la ortodoxia neoliberal, donde el Estado asume políticas activas y retoma los objetivos del pleno empleo, el desarrollo de la industria nacional y la recomposición del mercado interno”.
Según Rapoport, “tenemos que aprender a tener un pensamiento económico propio y no seguir las recetas que nos imponen de afuera. El espíritu de esta exposición es mostrar a los argentinos que la economía también se puede explicar y comprender”.
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