La familia de Charlie Chaplin (1889-1977) ha dado a conocer el que se supone es el primer diálogo que escribió el actor británico para una película hablada, «Bali», concebida como una crítica al colonialismo en la isla indonesia, informa «The Guardian». Según el periódico, que ha obtenido el manuscrito directamente de la Asociación Chaplin, fundada por la familia, el texto revela los titubeos y la inseguridad de la estrella del cine mudo con los diálogos ante la transición del cine hacia el sonido. Se trata de unas 50 páginas escritas de puño y letra por el intérprete y director de cine, que reflejan algunas de sus experiencias cuando visitó Bali con su hermano, Sydney, en 1932, y su percepción de lo absurdo de un colonialismo que, por ejemplo, hacía trabajar a los nativos, o les cobraba por cosas que no necesitaban.
Según los expertos consultados por «The Guardian», el manuscrito evidencia las dificultades que en un principio tuvo Chaplin para escribir diálogos y que le llevaron a tener una verdadera crisis personal al respecto, que hizo que no sacara su primera película sonora, «El gran dictador» (que se convirtió en su obra maestra), hasta 1940, mucho después de que se estrenaran los filmes dialogados. Cuando ya había películas sonoras fascinando a la audiencia, como «The jazz singer» en 1927, Chaplin aún insistía en las mudas, y en 1931 estrenó «Luces de la ciudad», para la que, según el diario, había escrito un guión que al final no se utilizó.
En un momento dado, recuerda el periódico, la crisis por la transición del cine se le hizo tan insoportable que contempló dejar su carrera y convertirse en diputado en el Reino Unido. Llegó a escribir: «Aunque "Luces de la ciudad" fue un gran triunfo... estaba obsesionado por el deprimente temor de estar pasado de moda». David Robinson, el biógrafo de Chaplin, cree que el manuscrito sobre Bali «es un proyecto nuevo y desconocido de Chaplin», y posiblemente su primer intento de diálogo para un filme sonoro. El manuscrito ofrece ejemplos de cómo abordaba el actor y director los diálogos.
Al satirizar la interferencia de los holandeses en la vida de los nativos,vio el potencial cómico de hechos como que los habitantes de la isla tuvieran que pagar impuestos por las carreteras. «Si queremos carreteras, las construimos, como hacemos con todo lo demás, sin necesidad de oro ni de impuestos», afirma el rey de la isla en el esbozo de guión. En otro pasaje, un nativo se pregunta qué hacen los colonizadores con el oro: «Nunca les ves llevándolo en sus cuellos o muñecas. Lo llevan en sus bolsillos. Me pregunto cómo no les rasga sus pareos de dos piernas», contesta otro balinés.
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