Un tipo de bares Viñas. Llegó media hora temprano a La Paz y buscó rápido el fumadero. La cita era para hablar de Los dueños de la tierra , que ahora se publicó en versión de novela gráfica. Se sentó en la única mesa libre y pidió una gaseosa, un café doble y tres medialunas. De manteca. Cuando iba mordisquear la primera se liberó otra mesa. Más grande y pegada a la ventana. Buscó la ventana Viñas. Desde allí observó la calle Corrientes, aunque sea avenida. Saludó. Lo saludaron. Y clavó su vista en los diarios. De éstos, además de la política, le preocupa que los suplementos culturales hablen tanto de Borges. Viñas fuma y se quita la boina. La charla arranca en voz alta. Es casi una entrevista pública en el fumadero, en las tinieblas de La Paz.
¿Ya vio la novela gráfica de Los Dueños de la Tierra que acaba de publicar De la Flor? Pensé, claro, el medio es el mensaje. Apunta a un auditorio juvenil. Son cuadritos, historietas, o como se llame. Es para un público específico. Y me tomó por sorpresa. Es de 1958, viejo. Eso ya está.
En el prólogo, Kreimer, el guionista, cuenta que usted la escribió a los 28 años, en 1955...
No lo recuerdo exactamente, porque el relato está muy vinculado, corrido desde ya, al recuerdo de mi padre y de mi madre.
Claro, Vicente y Yuda son en cierto modo ellos dos, sus padres...
Como que mi hermano nació en Gallegos. Pero pasó mucho tiempo. Yo ya tengo bisnietos. En la diáspora, en California, no acá.
Algo conozco de esa historia...
A la madre, mi nieta, Inés, la abandonaron cuando se llevaron a mi hija (desaparecida). La dejaron en el zoológico, bebita. Una locura querido. La ubicaron porque tenía la cadenita. Y ahora Inés tuvo un hijo, y le puso Lorenzo (otro de los hijos de Viñas desaparecido).
Qué historia… Por otro lado mi hermano Ismael me manda una foto de su primer nieto, una maravilla el pibe, y me pone detrás de la foto que ése es Antonio, y que le dicen Tono (se ríe). Es madrileño querido. La diáspora.
Pero allí están, sabe de ellos...
Mi nieta estuvo hace dos años. Yo la conozco poco a ella. No la toqué... Son mis limitaciones. Por otro lado, el hermano de su mamá, Lorenzo Ismael se llama, se llamaba... Es demasiado, viejo, fue una barbaridad. Dos chicos de 20 años. Yo tengo 83 querido.
Con todo sigue trabajando...
Sí, sí, pero ya no escribo.
Hablemos de los Los Dueños...
¿Cuál es la actualidad de esta novela, escrita hace más de 50 años? Entre otras cosas, es la lucha de clases. La revisé estos días, a partir de la historieta. Y hay una escena en la que torturan a Stocker, y después vienen los fusilamientos. Mucho de ese material viene de mi viejo. Porque “Yo soy Soto”, (uno de los obreros en la novela) es un cuento escrito por mi viejo.
Y está la crítica a aquél gobierno, al sistema, por su inoperancia...
Le bajan la caña al viejo Yrigoyen, pero vos qué crees, ¿que era un maldito? Era como el viejo Illia, incapaz de robarse una pluma. Y era un hombre mayor. Pensá que nunca habló en público.
¿Qué clase de oligarquía quiso mostrar con el personaje Brun? Era gente muy arraigada en el sur, nuevos ricos, como los Santamaría, que eran comerciantes, se enriquecieron así... Fíjese que entre 1880 y 1890, aparecen por primera vez los apellidos dobles. Paz, Sarmiento, Moreno, no usaban doble apellido. Mire a Bioy Casares, su padre firmaba Bioy.
¿La denuncia social, no tiene lugar en la literatura hoy? No. Tal vez como un rechazo frente al realismo. Qué están haciendo viejo. Hay trabajos sobre el realismo de Homero para acá. Les parecerá simplista, qué se yo.
¿Qué otros rasgos le preocupan? El vértigo que el mercado le impuso a la cultura. ¿Cuántos Gary Cooper hay hoy, de cuántos necesita la industria para subsistir? Todo está condicionado por la aparición permanente de novedades. Quizá sea esclerosada mi perspectiva. Ahora se escribe en serie, en parte como resultado de la despolitización de la literatura. Hasta Piglia escribe policiales.
¿Qué temas coyunturales debería asumir la literatura argentina? Me invitaron a incorporarme al grupo K. No me convencía. Pero si tengo que situarme, leo La Nación y es cada vez más clerical y reaccionario. No puede ser. No estoy diciendo que soy K. Yo propuse que el grupo de intelectuales se llamara Rodolfo, por Rodolfo Walsh y Rodolfo Ortega Peña, porque un grupo de intelectuales...
¿Se refiere a Carta Abierta? Sí. Y estoy disconforme con la elección, con los rasgos tácticos del lenguaje que emplean...
¿Y desde el lado ideológico? Siento un gran rechazo por los mismos que ellos rechazan. Pero hace falta más análisis político. La revista y el grupo que yo propuse, debía el nombre a Walsh y a Peña. Dos intelectuales argentinos asesinados acá a la vuelta. Qué es K, ¿Kafka? Adhiero, pero un intelectual no puede ser oficialista. Perdón.
Supongo que acepta el hecho de que sean intelectuales militantes...
Militantes sí. Pero me guardo ese margen de discrepancia.
Hablamos de Soto, de Stocker, los luchadores en Los dueños…, ¿cómo ve la organización obrera ahora? En una gran crisis. Tendría que hacer el análisis de Palabra Obrera, de su vocero. Tiene la retórica de la vieja izquierda. Yunque, Almafuerte, Altamira... ¿Altamira? ¿Qué ves vos que yo no veo? (se pone la mano como visera) Está atorada la izquierda...
¿Cómo ve entonces el papel del sindicalismo, de dirigentes como Hugo Moyano entre otros? Todas las contradicciones y elementos de confusión en la coyuntura actual las concentra la historia del peronismo. La desaparición de un líder omnipresente, condicionó los rasgos que tiene el peronismo ahora. Advierto que (José Pablo) Feinmann le baja la caña a Perón, al último Perón, al que los echa de la Plaza...
¿Hay una reivindicación discursiva de la izquierda peronista? Más que esa reivindicación, hay una evidencia de quién es Perón. Yo lo discutía con mis hijos. Perón, Teniente General de la Nación. El primero de octubre de 1945 dice en su discurso: el Ejército, la Policía y los trabajadores. Ya le digo, Feinman está escribiendo a contrapelo, y dice cosas graves.
Y usted, ¿tiene cosas graves que le hayan quedado sin publicar? Esa historia de la literatura argentina en siete volúmenes. Y Razón y Revolución reedita cinco libros míos. Y tengo también uno que no se lo mandé a nadie. El año que viene tal vez.
Déjenme hablar de Pons se titula. Es autobiográfico. Empieza con alguien que en el colegio es sometido a un interrogatorio. No se si saldrá, hay un espacio muy restringido.
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