Santiago Valenzuela (San Sebastián, 1971) es, probablemente, el autor de cómic más exigente con los lectores de un género que una vez que despegó parece costarle crecer. Prueba de ello es el Premio Nacional de Cómic, con el que ayer era galardonado Valenzuela por la obraPlaza Elíptica. El reconocimiento ha supuesto un impulso a la disciplina literaria y visual desde su creación hace cinco años, pero es con este autor cuando las viñetas se asoman a la difusión de una obra adulta.
Hace diez años puso a andar a un singular personaje para el que todavía no ha encontrado un final a su medida, ni se lo plantea.Torrezno, el capitán de la mediocridad, del escepticismo, de la indiferencia milenaria, una conciencia enfermiza en medio de un mundo abigarrado, opresivo y sátiro, es uno de los pocos esfuerzos por mantener viva la llama de la fantasía en las viñetas de este país. Este simpático personaje apareció en Horizontes lejanos, y continuó su viaje en los álbumes: Escala real (2003), Limbo sin fin (2003), Extramuros (2004), Capital de provincias del dolor (2005), Los años oscuros (2006) y el premiado Plaza Elíptica (2010).
Hace diez años, Valenzuela dio vida a Torrezno, un capitán de la mediocridad
A pesar de que sea él, Torrezno, quien haya caído al Micromundo, un universo paralelo en miniatura, creado por un funcionario del Ministerio de Obras Públicas en el sótano de su casa, y sea él quien protagonice la acción, las aventuras, la riqueza de esta obra que parece extenderse hasta el infinito se halla en el reparto coral con el que las comparte. "En realidad, a Torrezno lo uso como excusa narrativa. Me sirve para avanzar la trama, los personajes que me interesan son los que le acompañan", explica a este periódico el autor. Sin embargo, Paco Camarasa, editor de Ediciones de Ponent, quien le conoció en los premios Injuve de 2001, destaca de esta relación tan prolongada "la maduración de Torrezno, que ha estado en constante crecimiento". Prueba del trayecto por el que ha caminado su autor.
El pequeño universo creado por Valenzuela en blanco y negro ha enseñado al lector de cómic español el valor de la narración, la importancia de un guión firme. "Con los años me he hecho muy exigente, cada vez tardo más en hacer las cosas y en estar contento con lo que hago. Tengo que luchar mucho con cada viñeta, con cada perfil, con cada cara. No consigo ir más rápido. Desde hace años se lleva la línea clara, pero a mí eso no me va y, además, un cómic expresivo de dos cabezas parlantes no me interesan nada. A mí me interesan Moebius y Fred, un cómic mucho más imaginativo, donde en cada página se crea un nuevo mundo", añade Valenzuela.
"Me interesan Fred y Moebius, un cómic en el que cada página crea un nuevo mundo"
De hecho, los aspectos biográficos, tan recurrentes en el género, han desaparecido en su obra. Su humor destructor sirve para dibujar héroes patéticos, que abren una ventana a un nuevo mundo de aventuras. "La serie sigue abierta, no tengo pensado acabarla. Queda muchísimo. A mí no me interesa la novela gráfica, lo que me interesa es el tipo de cómic que hago con Torrezno. Y no tengo pensado escribir otras historias", advierte el autor, que ha sido capaz de llevar la fantasía más allá de las franquicias de cliché: "Vivimos en un mundo decepcionante. En cualquierzona en blanco del mapa, que decía Conrad, hay tipos con camisetas de Coca-Cola. Torrezno es una fantasía más inocente.
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