REVISTA CULTURAL-Ñ
Uno de los más persistentes afanes que caracterizó al ciclo multiforme que dio vida sobre el filo del siglo pasado al llamado movimiento altermundialista, fue el de producir un efecto de visibilización de los poderes fácticos que operan silenciosamente en el paisaje de la globalización.
Mientras el Foro Social Mundial nacía hace exactos diez años bajo la premisa de constituirse en un espacio de encuentro de la sociedad civil global paralelo y antagónico al que reúne cada enero a la elite económica mundial en la villa suiza de Davos, los asedios a las Cumbres de la Organización Mundial del Comercio, el FMI/Banco Mundial o el Grupo de los 8 en las ciudades de Seattle, Praga o Génova buscaron correr el velo de discreción que acompañaba hasta entonces a cónclaves en los que se discuten y deciden cuestiones sustantivas para la marcha del mundo. Desde ese punto de vista, en sus años de ebullición el altermundialismo tuvo éxito, pues contribuyó a democratizar y popularizar la información sobre esos poderosos engranajes.
El 11 de septiembre de 2001 y otros fenómenos asociados determinaron el paulatino declive de ese reverberante ciclo. No obstante, muchos de sus protagonistas permanecen activos. Entre ellos, pocos como la franco-norteamericana Susan George corporizan acabadamente la figura del intelectual-activista engagé con los problemas del mundo global. Precisamente, en Sus crisis, nuestras soluciones, el libro que acaba de publicar, busca actualizar y precisar el conocimiento sobre la trama de poderes que gobierna el destino del planeta. Concebido bajo el estupor de la monumental crisis financiera desatada en 2007/2008, el libro se propone “estudiar a los ricos y poderosos”, puesto que “aún nos falta conocimiento suficiente acerca de quienes toman las decisiones que afectan a innumerables vidas y están en condiciones de manipular las reglas a su antojo”. En el magma de incesantes pseudoacontecimientos y minucias que saturan el campo de la información y los debates contemporáneos, el volumen de George tiene así una inestimable virtud: la de volver a trazar el mapa de las lógicas, los actores y los sucesos salientes que han conducido al mundo al borde del colapso civilizatorio. En páginas documentadas y no exentas de humor, la autora desmonta la cadena de hechos que condujo a la obscena hegemonía de la economía financiera, hasta reconstruir el episodio en el que, azuzados por la reciente crisis, los Estados se avinieron a socorrer, con cifras billonarias, a las entidades financieras. Esa socialización de las pérdidas de grupos que se encaramaron en la cima de los más ricos del planeta gracias a la obtención de escandalosas ganancias privadas se continúa, en la inspección que ofrece George, en la crisis alimentaria y el aumento de las desigualdades y, como telón de fondo, en la profundización de los desequilibrios medioambientales. La brújula que guía la mirada de la autora devuelve así un escenario tenebroso, pero en el que por ello mismo la acción concertada a nivel global resulta imperiosa.
¿Y América Latina?
Ha sido materia de debate el grado en que las sociedades latinoamericanas se han visto afectadas por una crisis financiera que supo ser vista como la de mayor gravedad desde el crack de 1929. Aunque el libro de George no se detiene específicamente en el escenario regional, se colige que las dinámicas que estudia, deudoras aún del humus neoliberal, afectan también a nuestros países. No obstante, parece evidente que América Latina ha logrado sortear con relativo éxito el cuadro generado por el desbarranco financiero, al punto que la misma idea de crisis resulta extraña en la región. En ese marco, la pregunta es cómo interpretar esa situación. ¿Se ha debido ella a la reasunción de ciertos niveles de autonomía respecto al escenario global, tal como invocan algunos gobiernos del continente, o más bien son los favorables precios de las commodities y la propia situación de los mercados quienes contribuyeron decisivamente a amortiguar el impacto? En cualquier caso, aún si la respuesta estuviera más cerca de la primera opción, leído desde América Latina el texto de George ayuda a prevenir cualquier ilusión de desconexión. Y es que fenómenos conocidos como el del calentamiento global, pero también otros que pasan más desapercibidos como el de los sutiles lazos que hilan a los grupos encumbrados y las economías financieras de todas partes con “la clase de Davos”, impiden planteamientos de ese estilo. Más allá de algunos pasos firmes y auspiciosos, la retórica posneoliberal no debiera ocultar los efectos de algunas lógicas mercantiles, predatorias del medio ambiente y privatizadoras de lo común, que siguen imperando en la región.
Nuestras soluciones
Susan George dedica el último y largo capítulo de su libro a desarrollar una serie de propuestas –algunas novedosas y otras recicladas– capaces de hacer frente al escenario de crisis civilizatoria que desentraña previamente. Si la Gran Depresión de 1929 sentó las bases de un nuevo modo de reglar las relaciones entre economía y Estado, entre trabajo y capital, sugiere la autora que el actual tal vez sea un buen momento para invenciones radicales. Al menos la gravedad de la crisis ha abierto el terreno para discusiones anteriormente impensadas. George avanza así sobre la cuestión de un New Deal verde, un programa masivo de reconversión industrial a tecnologías limpias; esboza también un modelo de socialización de los bancos, que mutarían su razón de ser (de empresas privadas a entes de bien público) y premiarían con una política crediticia privilegiada a quienes desarrollen proyectos ecosociales; afina temas ya discutidos en el seno del movimiento altermundialista, como el desarrollo de un impuesto a las transacciones financieras o la condonación de la deuda de países pobres (a conceder sólo a condición de que emprendan tareas de reforestación y apoyo a la biodiversidad); imagina vías de creación de un sistema impositivo internacional que grave a aquellos que generan externalidades negativas sobre grupos sociales y ecosistemas; sugiere la exigencia de ciertas normas de contabilidad pública a grandes bancos y empresas, etc. Todas ideas a ser compartidas, debatidas y alentadas por un espectro de personas y movimientos sociales necesariamente amplio e inclusivo. Porque, si en la cartografía de los poderosos que ensaya el libro se demarca ya desde el título una frontera política, la tarea de George es la de investir de temas y sensibilidades comunes al “nosotros” que se quiere impulsar.
George Basico
Estados Unidos, 1934.
Filosofa y activista
Filosofa y activista
Doctora por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, desde hace varias décadas se dedica a problemas de ecología política y globalización económica. Fue una de las principales dirigentes de Jubileo 2000 (la campaña por la condonación de las deudas de los países pobres), y actualmente es presidenta de honor de ATTAC y presidenta del Consejo del Trasnacional Institute. Autora de innumerables artículos y de más de diez libros, entre ellos se destacan “El informe Lugano”, “Pongamos a la OMC en su sitio”, “La globalización liberal”, “Otro mundo es posible si...”.
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