Libros
Ésta es una novela sobre lo negro, sobre lo oscuro, aquello que emponzoña una fruta, y que pronto hace que las demás frutas de la cesta tengan puntos ciegos. Pero, atención, lo corrompido, lo corrupto no sólo habla del corazón de las personas, sino quizá también, en la novela de Angela Vallvey, del limo que sustenta Venecia, y por ende, metafóricamente, de la sociedad construida por los humanos. A partir de una nota aparecida en LA RAZÓN sobre la trata de blancas y de la desaparición de unos gatitos del chalet de una anciana, el lector pronto comprenderá que esta última novela de Vallvey, «El hombre del corazón negro», tendrá dos caminos paralelos, y que la maestría de Vallvey irá conjugando como dos alas de un mismo biombo. Por un lado, casi un reportaje de investigación sobre lo sucedido en los países de la antigua Unión Soviética tras la caída del régimen.
El surgimiento de las mafias (ucranianas, georgianas, rusas…), y cómo éstas generan un modelos especiales de guerrero posmoderno (un pícaro sangriento) que terminará por pudrir las economías y los sectores judiciales, políticos y policiales de Occidente. La trata de blancas, el arrancamiento de adolescentes de pueblos campesinos (en esta novela, Polina, una joven moldava), será uno de los espejos más crueles de esta novela. Y, por otro lado, Vallvey mostrará al lector la peripecia vital de una madrileña policía mestiza que mató por casualidad a un atracador y que cree en la religión y en la justicia.
Tinieblas de Conrad
Ambos niveles (el de las mafias, centrado en el personaje de Misha, uno de los jefes de los delincuentes; y el madrileño, centrado en la policía mestiza, Sigrid) construirán una metáfora sobre esa oscuridad que puede estar en el corazón de cemento de Chernóbil o en el corazón de una joven vendida a los burdeles turcos. Pero que, también, está en un rincón del alma de todos. Eso parece decirnos Ángela Vallvey, premio Nadal 2003 con «Los estados carenciales» y finalista del Planeta 2008 con «Muerte entre poetas», con esta novela donde, apoyándose en el género «negro» acaba indagando en aquel corazón de las tinieblas de Conrad. Angela Vallvey, reconocida por su capacidad de creación de personajes torturados por la sentimentalidad y en los que la crueldad y un cierto humor negro suelen ser elementos fundamentales, ha conseguido una fascinante obra sobre lo que queda de las Alicias cuando atraviesan ciertos espejos.
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