Poeta Julio Medina Gimenes

Poeta Julio Medina Gimenes
s no es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal.Juan Gelman

jueves, 27 de enero de 2011

Santos Vega

  Al Señor don Jorge Atucha, 
A usted, mi compatriota, mi contemporáneo y amigo de los años juveniles, desde que 
siempre fue intachable patriota argentino, sin transigir nunca con los tiranos del país ni con 
los esbirros del sanguinario Rosas, exponiendo su vida y su fortuna por salvar a muchos de 
los que ellos ferozmente persiguieron; 
     A usted, que tanto ha contribuido a embellecer la ciudad de Buenos Aires alzando 
espléndidos edificios, y a poblar con vastos establecimientos de campaña nuestras dilatadas 
pampas, siendo el generoso protector de los paisanos que le labran sus tierras y apacientan 
sus numerosos rebaños; 
     A usted, mi consolador después de los sinsabores e infortunios que pasé, en el tremendo 
sitio de [IV] París, y durante los luctuosos días que siguieron en Buenos Aires a la 
mortífera epidemia, cuando me repose en su albergue y su compañía; 
     A usted, que sabrá apreciar cuánto, a mi regreso otra vez a París, me habrá distraído y 
aliviado en algo las horas de quebranto el ocuparme en dar término a mi poema de Los 
mellizos; 
     A usted, el sagaz conocedor de nuestra campaña como del carácter de los gauchos 
argentinos; 
     A usted pues, que sabe comprender y podrá disimular los defectos de una obra escrita 
con ánimo conturbado y tan lejos de nuestras praderas queridas y sus característicos 
habitantes, a usted lo dedico este libro, rogándole se sirva aceptarlo con mi ardiente deseo 
de que le sea agradable su lectura o lo distraiga al menos en los padeceres de su salud 
quebrantada, y le anime el recuerdo de este su antiguo y reconocido compatriota y amigo, 
Hilario Ascasubi.      París, 2 de agosto de 1872. [V] 
Prólogo del editor 
     Las poesías que damos al público son una verdadera novedad del nuevo mundo, y una 
pintura al natural del estado íntimo de una sociedad no estudiada, pintoresca, llena de vida, 
que siente y se expresa en un lenguaje peculiar. Esas poesías son más bien la poesía (si la 
gramática lo permite) de todo un pueblo, el pueblo argentino, pero no el que se asila en las 
ciudades y remeda los usos y costumbres de la Europa, sino del que habita las campañas y 
deja volar independiente su imaginación, ya al hacer surcos con el arado en una tierra 
virgen, o ya apacentando los rebaños bravíos montado en potros indómitos. 
     La originalidad del teatro, de los hábitos y de los tipos que constituyen el movimiento 
dramático de la obra, ha aconsejado al autor el poner al pie de cada página las notas que 
explican el sentido técnico, por decirlo así, de cada una de las voces de los gauchos algo 
civilizados ya, como presumía [VI] serlo Santos Vega, el recitador en este poema. El uso de 
este lenguaje, ajeno en muchas voces y modismos al idioma de la literatura española, es 
indispensable y requerido para revelar los secretos y los hábitos de la vida de las campañas 
argentinas, que el autor se ha propuesto sacar al conocimiento y examen de la crítica; 
porque en los pueblos, lo mismo que en los individuos, el estilo, el lenguaje, los modismos, 
son la parte más profunda, más homogénea, más explicativa de su ser. Los inconvenientes 
que esta circunstancia puede ofrecer a los que no estén familiarizados con esos modismos 
del lenguaje del gaucho serán salvados por las notas que hallarán en cada página de la obra, 
las que contendrán la acepción analítica y práctica de todas las palabras que vayan en 
bastardilla en el cuerpo del poema; y aun de todas las que sean ajenas al diccionario 
español. 
     El gaucho es conocido nada más que de nombre, o por relaciones imperfectas. Hay de él 
un tipo convencional, pero no un verdadero retrato de su naturaleza altanera, libre, arrojada 
y generosa a la vez. Actor principal en la lucha de la independencia y en las guerras civiles 
subsiguientes, es soldado y pastor; y, como que pertenece a un pueblo democrático, se 
interesa y toma parte en las cuestiones sociales, y se alista, según sus instintos, bajo las 
banderas que le son simpáticas. La patria es antes que todo la pasión dominante del gaucho 
argentino, y con ella se dividen su amor al caballo y la mujer, a quienes él poetiza sin 
saberlo. 
     Esta personalidad es la que se revela toda entera intus et in ente en las poesías del señor 
Ascasubi, que tenemos la fortuna de dar a luz. Ellas no son bien conocidas todavía aún 
fuera del país del autor, sin embargo de ser allí muy populares y de haber llamado la 
atención de literatos americanos pertenecientes a las Repúblicas del Río de la Plata. 
     En 1848 la prensa periódica de Chile llevó a lo [VII] largo del litoral del Pacífico una de 
las composiciones de nuestro poeta, y el periódico de Bogotá, titulado el Neo-Granadino, 
le consagró al señor Ascasubi el artículo siguiente, apoyándose en el juicio emitido por el 
Comercio de Valparaíso, redactado por el doctor don Juan María Gutiérrez. 

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